Un nuevo libro mientras las redes echan humo

cristóbal ramírez

GALICIA

08 feb 2021 . Actualizado a las 17:35 h.

Andy Bull es un reputado escritor británico que se dedica sobre todo a escribir de turismo. Pero buscando sitios de calidad y nichos que no estén explorados. Es decir, no habla de Brighton, que sería algo así como el Sanxenxo gallego elevado a varias potencias. Busca sitios que podrían ser considerados más o menos raros. Su último libro es Pilgrim pathways. Senderos de peregrinación para hacer en uno o dos días, y se ciñe a su país. Algo habrá tenido que ver la Diputación de A Coruña, el Xacobeo y el concello de Oroso, porque diez de esas páginas -impecables de maquetación, por cierto- se refieren al Camino Inglés en su comienzo, la abadía de Finchale, cerca de Escocia y donde esas entidades llevan trabajando desde el 2014. Pero al final, los ingleses son muy suyos. Y el estupendo libro describe el Camino justo al revés: desde el sur hacia el norte.

La nueva serie

A la barbaridad que quiere hacer León con uno de los puntos más emblemáticos del Camino Francés (convertir Foncebadón y su Cruz de Ferro en poco menos que un parque; ya pasan de las 12.000 firmas en contra) se une, en las redes sociales, la lluvia de críticas a la serie de Amazon Prime. Aclarando que el cronista no la ha visto, hay coincidencia en que a la credencial del peregrino le llaman compostelana, que el guion se cae a pedazos y que la interpretación es todo menos gloriosa. Por supuesto que ayudará a promocionar el Camino de Santiago. También hace unos años lo hizo un reality finlandés: cinco peregrinos auténticos eran seguidos por las cámaras. Pero la pregunta es: ¿es esa la promoción que queremos para el Camino? ¿La de que se diga compostelana?

La Oficina, abierta

Volviendo a las redes, nunca la Oficina del Peregrino en Santiago ha sido tan criticada. Porque está abierta y expide compostelas (que no compostelanas) cuando las autoridades hacen constantes llamamientos a quedarse en casa. Y mientras un ciudadano de Oroso no puede ir a comprar a Santiago -es más: no puede ni pisar el municipio de Santiago-, si lo hace como peregrino, la Oficina del Peregrino lo acoge con los brazos abiertos. Los peregrinos no son los causantes de la pandemia, pero un poco de sentidiño no les venía mal.