Ismael Rego: «Agora xogo ás cartas, non aos cartos»

Domingos Sampedro
Domingos Sampedro REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

XAIME RAMALLAL

En 1977, inauguró como obrero la planta de Alcoa en San Cibrao. Tenía 25 años y se afilió a la UGT. Al poco tenía el carné del PSOE, que le permitió ser diputado durante 25 años antes de jubilarse

14 feb 2019 . Actualizado a las 13:18 h.

Solo hay una persona en Galicia que contribuyera desde su escaño a investir -o derribar- a todos y cada uno los presidentes electos de la Xunta. Es Ismael Rego (Cangas de Foz, 1951), que siendo un diputado novel, allá por el año 1987, apretó el botón para tumbar a Albor y enviar a Rajoy a Santa Pola, y que recogió sus cosas del Parlamento unos años después de asistir a los días amargos en que Feijoo desalojó de Monte Pío a Touriño, su gran referente y mentor. Es algo que no disimula: «O máis gratificante na miña vida política foi ter contribuído modestamente a que Touriño fora presidente da Xunta; foi breve, é certo, pero é o que máis pegada deixou», sostiene sin empacho.

Fueron 25 años los que Ismael Rego permaneció observando la vida desde la Cámara gallega, primero en Fonseca y después en O Hórreo. Le costó lo suyo descomprimir. «Os primeiros seis ou nove meses non o pasei nada ben», admite. Pero no quedó otra. En el 2012, con los 61 años ya cumplidos, se volvió a poner el casco para fichar en la planta de Alcoa en San Ciprián, que había inaugurado como currela en 1977, y escapó al desánimo cargando de ocupaciones su tiempo libre.

Ahora ya está jubilado. Y la agenda de quien mantenía prietas las filas en el PSdeG y manejaba parte de los hilos en la etapa del Gobierno bipartito ha cambiado mucho. Por la mañana, gimnasio para pegar unos golpes al pádel o un paseo de entre 7 y 10 kilómetros por la costa de Burela. Por la tarde, la partida. Tute, brisca, escoba... a todo. «Agora xogo moito ás cartas, non aos cartos», aclara. Y de vez en cuando se escapa a Santiago o Vigo para ver a sus hijos y a sus nietos.

ALVARO BALLESTEROS

El interés por la política no lo ha perdido. Tampoco la inquietud que a veces le genera la actualidad. Habla de las «turbulencias» de Alcoa, la antigua Alúmina-Aluminio. «A planta é importantísima para a provincia de Lugo», recalca, no sin antes añadir con desazón que a la multinacional propietaria «impórtalle moito máis a conta de resultados que o emprego e a riqueza que poida xerar na Mariña».

Ismael Rego forma parte de ese club de exdiputados, que dedican buena parte de su tiempo a ir por los institutos a dar charlas. Habla de la autonomía, de la transformación de Galicia. «Ás veces míranme como se fose o avó Cebolleta, pero eu sempre lles digo: non pasedes da política, porque dende logo a política non vai pasar de vós».

Es de los que cree que en el debate político actual hay «un esgotamento de materiais». Se repiten siempre las mismas cosas. «Hai xente que aínda fala do illamento histórico de Galicia, coma se vivísemos na Idade Media». Y los tacha de indocumentados, porque obvian la gran modernización que supuso el autogobierno.