En Marea, de crisis en crisis hasta la ¿ruptura? final

m. s. REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

MARCOS MÍGUEZ

Noriega, Suárez y Ferreiro convencieron a Villares para que dejase su puesto de magistrado y ahora apoyan a David Bruzos

03 dic 2018 . Actualizado a las 09:55 h.

Quién le iba a decir a Villares, cuando en el verano del 2016 asumió el liderazgo de la flamante En Marea, que los tres alcaldes que fueron a convencerlo para que aparcase su puesto de magistrado y diese el salto a la política, acabarían dos años y cuatro meses después dando su respaldo, con mayor o menor vehemencia, pero respaldo al fin y al cabo, al candidato a arrebatarle el liderazgo, David Bruzos. Y, sin embargo, no tardó mucho en perder el favor de aquellos que lo promovieron,

El primer golpe que sacudió a Villares fue aquella acusación de que reclamaba chófer y secretario. Lo superó. Ganó el pulso también cuando intentó, y consiguió, consolidarse como único referente orgánico. Desde entonces, la vida interna de En Marea ha sido una sucesión continua de crisis y golpes a su liderazgo. Una de las heridas más graves, y que no consiguió cerrarse, fue la originada por la diputada Paula Quinteiro y su percance nocturno en Santiago. Las diferencias entre los distintos grupos de En Marea sobre si debía o no dejar su escaño, primero, y la negativa de la propia diputada de Podemos a dimitir, después, mantuvo abierta durante muchos meses una brecha en En Marea que no dejaba de supurar.

Lo peor estaba por llegar. Este verano, justo dos años después de que fuera a buscarlo, Martiño Noriega -Compostela Aberta, precisaría el alcalde- decidía dejar a un lado las medias tintas y echar un pulso a Villares. Exigía, y el regidor de A Coruña lo apoyó en esto, cambiar la dirección de En Marea. Así comenzó la gran crisis que desembocó en el proceso electoral que debería haberse celebrado este fin de semana. Dos candidaturas concurrían, la del propio Villares y la que los críticos consiguieron fraguar en torno a David Bruzos.

La sospecha de que el censo electoral pudo manipularse es un nuevo torpedo a la credibilidad de En Marea y abre una grieta que parece muy difícil de recomponer. En realidad, en el espacio de En Marea conviven sensibilidades muy diferentes y para que esa amalgama se una hacen falta dos condiciones: un objetivo común y que ese objetivo no sea el poder. ¿Se cumplen esas condiciones?