La nación de naciones lastrará al PSdeG

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

GALICIA

ED

Sánchez prevé promover tras el 1-O un acercamiento al nacionalismo que perjudicaría a los socialistas en Galicia

18 sep 2017 . Actualizado a las 11:21 h.

La tensión es tan grande, y llevamos tanto tiempo esperando el desenlace, que empieza a haber en la sociedad catalana, y también en la del resto de España, un deseo generalizado, entre partidarios y detractores del independentismo, de que el 1 de octubre llegue de una vez para saber lo que nos espera. Pero entre quienes más ansiedad demuestran para poder arrancar esa molesta página del calendario está sin duda el líder del PSOE, Pedro Sánchez. Al secretario general de los socialistas, que ha convertido el no a Rajoy casi en un programa de Gobierno, se le ve muy incómodo con el papel que le toca jugar a pocos días de la fecha del refrendo ilegal, teniendo que apoyar las medidas políticas, judiciales, policiales y hasta económicas con las que el Gobierno trata de abortar el golpe institucional.

Sabe Sánchez que cualquier error que pudiera interpretarse como una falta de apoyo al Estado español frente al desafío golpista lanzado desde Cataluña podría resultar electoralmente letal. De ahí que se vea obligado a practicar la pirueta de mostrar su apoyo al presidente del Gobierno en torno a la crisis en Cataluña y, a la vez, marcar distancias con él. Lo mismo que hacen, por cierto, ese grupo de intelectuales de izquierda que para firmar un manifiesto en contra del referendo ilegal consideran necesario dejar claro antes que ellos rechazan «las políticas del Gobierno de Rajoy», no vaya a ser.

Sánchez espera ansioso, decimos, a que llegue el 2 de octubre, no solo para retomar el discurso del no a Rajoy sin matices de ningún tipo, sino también para tratar de liderar de inmediato esa especie de tercera vía, que por ahora encabeza Podemos, que va a consistir en un acercamiento a los independentistas para dejarles claro que existen cauces para lograr su anhelo de tener el derecho a decidir, pero que esos cauces pasan por que los ayuden a sacar a Rajoy de la Moncloa con una moción de censura. Y ahí cobra especial importancia el discurso de Sánchez de la «nación de naciones».

El problema es que esa estrategia nacional de Sánchez les va a crear graves problemas a los socialistas en algunos territorios. Sin ir más lejos, en Galicia, en donde, gane quien gane las primarias, cualquiera de los tres sanchistas que se disputan el liderazgo del PSdeG se verá arrastrado por ese acercamiento a los nacionalistas, que puede tener un fuerte coste en términos de votos en una comunidad donde ya existen fuerzas que llevan ese discurso mucho más allá. Es obvio que si el PSdeG se presenta a las próximas elecciones gallegas tras un acuerdo entre el PSOE y los nacionalistas en Madrid puede sufrir un fuerte varapalo. Por una parte, porque hay un sector muy amplio del PSOE gallego que no comulga con esas tesis de que Cataluña tenga que tener unos privilegios que nadie le va a dar a Galicia. Y, por otra, porque asumir, como dice Sánchez, que Galicia ha mostrado «su voluntad de ser nación» deja al PPdeG en solitario el terreno de los que tienen claro que Galicia es una parte esencial de España. Y también, claro, porque entre el original y la copia a la hora de decir que Galicia debe ser una nación, los electores suelen elegir el original. Es decir, a En Marea o al BNG.

Un futuro Parlamento español sin ERC ni PDECat

El discurso de desconexión de facto con España que sostienen ERC y el PDECat hace casi imposible que ninguno de los dos partidos se presente de nuevo a las próximas elecciones generales. Hacerlo supondría una flagrante contradicción para quienes afirman que ya no se sienten concernidos por las leyes españolas. No concurrir a las generales, al estilo de lo que en su día hizo Herri Batasuna, podría modificar notablemente el equilibrio de fuerzas en el Congreso. Entre ERC y PDECat suman 17 escaños. En principio, todo indica que el gran beneficiado sería En Comú Podem. Pero los caprichos del sistema d’Hondt en el reparto de escaños podrían deparar notables sorpresas.

El golpe en directo juega en contra de los secesionistas

Desde que comenzó eso que los independentistas llaman el procés, ha habido en una parte de la sociedad española la tentación de mantener la equidistancia, palabra que siempre fue despectiva y que ahora algunos tratan de reivindicar como positiva. «Si lo único que quieren es votar, habría que dejarles». No era extraño escuchar eso en muchos hogares españoles. La retransmisión en vivo y en directo de las tropelías antidemocráticas de los independentistas en el Parlamento catalán ha levantado sin embargo el velo de los ojos a muchos españoles, que han abandonado esa equidistancia y ahora tienen claro que de lo que se trata es de impedir que unos pisoteen los derechos de otos.

La contundencia de Feijoo frente al independentismo

Dicen los que escucharon atentamente los discursos de Mariano Rajoy y de Alberto Núñez Feijoo el pasado sábado, durante el acto de homenaje al expresidente de la Xunta Gerardo Fernández Albor, que el líder del PP gallego estuvo más contundente que el jefe del Gobierno a la hora de plantear la hipótesis de que haya que tomar medidas drásticas contra el presidente de la Generalitat si persiste en la desobediencia. Palabras como «traidor» o «totalitarismo», aplicadas por Feijoo al independentismo, sonaron más rotundas que lo de que «nos van a obligar a lo que no queremos llegar» que Rajoy dijo en Barcelona. ¿Presiona también el PP a Rajoy para que legue allí donde no quiere llegar?