Pedro Sánchez, en el final de la escapada

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

GALICIA

Pilar Canicoba

Los barones saben que no hay más remedio que dejar gobernar al PP, pero callan a la espera de que el líder se estrelle

11 jul 2016 . Actualizado a las 06:46 h.

«En realidad, el PSOE lleva huyendo hacia adelante desde hace más de seis años». Esa es la opinión de un dirigente socialista para el que lo que está sucediendo en estos momentos con Pedro Sánchez es simplemente la consecuencia lógica en un partido que ha eludido su responsabilidad y su necesidad de reformarse desde el año 2010, cuando José Luis Rodríguez Zapatero se estampó de pronto con la realidad y le dio la vuelta a siete años de Gobierno basados en una errática gestión política y económica de la que España no se ha recuperado todavía. En efecto, en lugar de asumir los errores cometidos y proceder a una renovación del discurso, el PSOE se empeñó en escapar de su destino.

Alfredo Pérez Rubalcaba, que fue el hombre fuerte de aquel Gobierno de Zapatero, pagó en el 2011 con una severa derrota, como era evidente, el intento de seguir dando la espalda a la realidad. Fueron 110 diputados. Pero, contra toda lógica, Rubalcaba se enrocó, demorando cualquier renovación con la táctica de convencer a los socialistas de que lo que tocaba no era catarsis y autocrítica, sino convocar una gran conferencia política a un año vista y permanecer mientras tanto prietas las filas y mudos los críticos. Pasado aquel cónclave huero del 2013, Rubalcaba siguió haciendo de Houdini y embarcó al PSOE en otro año de reflexión sin hacer nada, hasta que el descalabro definitivo de las europeas del 2014 hizo imposible su sueño de llegar a las generales del 2015 sin poner al día al partido. Fueron tres años completamente perdidos, que propiciaron que una nueva formación como Podemos comenzara a ocupar el espacio político del PSOE.

Pero ni siquiera la constatación de aquella sima entre el discurso y sus votantes ha bastado para que el PSOE asuma su responsabilidad. Pedro Sánchez, elegido secretario general por quienes temían a Susana Díaz y a Eduardo Madina, se ha empeñado en aplicar la táctica de Rubalcaba, saltando de charco en charco con tal de no asumir responsabilidad alguna. Tras superar el 20D el descalabro histórico de su antecesor logrando solo 90 escaños, en lugar de dimitir y dejar a su partido en la oposición, prefirió embarcar al PSOE y a España entera en una aventura condenada al fracaso: un Gobierno apoyado a la vez por el populismo bolivariano de Podemos y el neoliberalismo económico de Ciudadanos. El resultado lógico fue que el PSOE siguió escarbando en el suelo, con 85 escaños, y que el PP se fue hasta los 137. Pero de nuevo Sánchez huye de la realidad y se niega a asumir su responsabilidad: permitir el Gobierno del PP, el único posible, y presentar después su dimisión.

En lugar de ello, prefiere enrolar otra vez a su partido y a España entera ante un viaje alucinante que solo conduciría al suicidio de unas terceras elecciones. Los barones socialistas saben que al final no habrá más remedio que facilitar el Gobierno de Rajoy. Y solo esperan a que de esa forma Sánchez confirme la crónica de su muerte anunciada. Pero si, ante su silencio cómplice, finalmente se confirma el desastre de las terceras elecciones, será muy difícil que esos barones que ahora callan con la esperanza de ver caer a Pedro Sánchez se libren también de la quema.

La repetición de los comicios condicionaría las gallegas

No hay forma de que Alberto Núñez Feijoo se libre del influjo de la política nacional. Primero fue el interminable debate sobre si daba el salto a Madrid o intentaba un tercer asalto a la Xunta. Luego, superado este asunto, se abrió el dilema de si Feijoo debía adelantar o no las elecciones autonómicas para hacerlas coincidir con las generales del 20 de diciembre. Cuando, descartada esta hipótesis, Feijoo parecía tener terreno libre para volar en solitario, se presenta ahora, tras los últimos movimientos del PSOE, el fantasma de unas terceras elecciones generales. De consumarse esa hipótesis, que llevaría los comicios a noviembre, la campaña gallega estaría muy condicionada por la precampaña nacional.

Cancela rompe los planes con su afán protagonista

Que las gestoras y los liderazgos provisionales en un partido son cuestiones que carga el diablo es algo largamente conocido. Ahí está el caso de Pedro Sánchez, al que Susana Díaz aupó a la secretaría general como solución provisional y que ahora se ha vuelto contra ella. Tampoco esperaba nadie que la presidenta de la gestora del PSdeG, Pilar Cancela, decidiera jugar sus propias bazas y tratara de erigirse en protagonista. Ferraz la puso allí para garantizarse que no habría sobresalto y también que el candidato a la Xunta fuera alguien de la confianza de Sánchez. Pero el enfrentamiento entre Cancela, muy activa en el comité federal, y Leiceaga, ha venido a enturbiar esa pretendida balsa de aceite.

Una tensa entrevista entre Felipe VI y Mariano Rajoy

La entrevista entre Mariano Rajoy y el rey Felipe VI, la última de la ronda de consultas del monarca con vistas a la formación de Gobierno, se presenta tensa y complicada. Nunca hasta ahora se había dado el caso de que aquel señalado por el jefe del Estado rechazara el encargo, como hizo Rajoy. Lo lógico es que el rey le encargue de nuevo ir a la investidura. Un segundo paso palabra constituiría un escándalo sin precedentes y un desaire al monarca, que conduciría a que este acumulara dos fracasos consecutivos en su estreno como árbitro político. Una posibilidad preocupante y que supone de hecho una presión añadida para que Rajoy asuma el encargo, tenga o no asegurado el sacarlo adelante.