¿Puede una persona morir de pena?

maría santalla REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Paloma Ferro

En sentido estricto, la tristeza no es una causa de muerte, pero sí pueden serlo las consecuencias que produce

02 mar 2016 . Actualizado a las 10:38 h.

Los policías que encontraron sin vida a la mujer discapacitada de Vigo a los pocos días de que su padre, que la cuidaba, fuese trasladado al hospital lo tuvieron claro a la hora de explicar la causa de su fallecimiento: «Murió de pena». Pero ¿es posible morir de pena? La pregunta no tiene una respuesta fácil. Si se toma en su sentido más literal, la mayoría de los profesionales médicos se decantarían claramente por contestarla con un «no». Ahora bien, si lo que se pregunta es si las consecuencias que esa pena produce pueden desembocar en muerte, los síes van ganando espacio. Manuel Serrano, presidente de la Asociación Gallega de Psiquiatría y jefe de Psiquiatría del Complejo Hospitalario de A Coruña, lo explica claramente: «Nadie muere de pena, pero sí de sus consecuencias», dice. Opinión parecida a la que defiende el psicólogo clínico Manuel Fernández Blanco, para quien «una pérdida, un desamparo, cuando aquello en lo que se sostiene la vida de una persona fracasa, puede tener consecuencias, sobre todo porque la persona se puede abandonar».

«La vida se sostiene del interés», argumenta Fernández Blanco, y determinadas circunstancias pueden derivar en «una retirada absoluta de ese interés». «Hay personas que sostienen su vida en la relación con otra persona, y si esta falta, falta el sostén de su vida, no en el sentido material, sino en el psicológico. En este caso puede ocurrir que la pérdida no pueda ser elaborada, y que el proceso de duelo no se resuelva», añade. En esos momentos, «la pena es arrasadora». Es relativamente frecuente, sobre todo en parejas mayores que llevan muchos años compartiendo su vida, que cuando uno fallece el otro le siga a los pocos días. En muchos casos, opinan los profesionales, la explicación podría estar en esa pérdida de las ganas de vivir.

Ese abandono al que la tristeza puede llevar resulta a veces letal. «La idea de morir de pena está muy ligada a la depresión, porque la persona se aísla y se abandona», explica Serrano, y también «se alimenta peor», dice el cardiólogo José Manuel Vázquez, quien añade que algunos estudios apuntan a que cuando una persona está deprimida «el sistema inmunológico funciona peor y posiblemente eso también influye a la hora de que su salud se deteriore, aunque no creo que sea un efecto muy directo». En cierta medida es, según explica Manuel Serrano, «una forma de autolisis», de dañarse uno mismo. «Hay una autolisis activa, que es el suicidio, y esto sería una autolisis pasiva».

Todo esto ocurre porque, tal como explica el psiquiatra Fernando Márquez, «los seres humanos somos un conjunto de biología, de vínculos y subjetividades, y posiblemente en este caso -el de la mujer de Vigo- falló todo». En este argumento abunda Blanco: «El cuerpo humano no es solo un organismo. También se ve influido por emociones, deseos y angustias, y todo tiene consecuencias».

Para Manuel Serrano, «la expresión de pena está ligada en la literatura a la depresión». Es algo similar a lo que ocurre con la expresión «morir de amor». «Uno no muere de amor, muere de falta de amor, es una pérdida», pero en realidad «son dos figuras literarias muy similares que transmiten una realidad, que es que la depresión te puede llevar al abandono y a la muerte», dice.

En todo caso, lo ocurrido en Vigo «debería hacernos reflexionar», opina Fernando Márquez, «sobre el sentido de comunidad y de relacionarnos, que tiene que mejorar, como también tiene que mejorar la coordinación sociosanitaria».

Man, el alemán de Camelle, víctima del «Prestige»

Manfred Gnädinger, Man de Camelle, es el alemán que en 1961 llegó a este pueblo de Camariñas, donde se asentó y dedicó su vida a crear un museo sobre las rocas y las construcciones del entorno siguiendo las corrientes artísticas de la posguerra europea, además de expresar de modo radical su naturalismo con su forma de vivir, vestir y comportarse. El 28 de diciembre del 2002 falleció como consecuencia de la pena sufrida al ver su obra artística inundada del chapapote del Prestige.