Besteiro tampoco es un Bambi

Domingos Sampedro
Domingos Sampedro SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

ALBERTO LÓPEZ

El líder del PSdeG sacrificó a Santín en el pulso por la Diputación lucense y deberá decidir si hace lo mismo con el alcalde de Becerreá

21 jun 2015 . Actualizado a las 14:51 h.

José Manuel Baltar, que es presidente del PP de Ourense, tendría un serio problema si le cerraran las puertas de la Diputación en las narices. Si, además, su partido escogiera a otra persona para presidir el ente provincial, el riesgo de infartar políticamente sería evidente. Esto es lo que acaba de ocurrir en Lugo, pero en las filas del PSOE. El protagonista es Juan Carlos González Santín, secretario general de los socialistas en la provincia, que en su intento de acomodarse en el despacho noble del palacio de San Marcos fue arrollado por los camiones de hormigón asfáltico con los que Manuel Martínez Núñez, alcalde de Becerreá y responsable provincial de Obras, rebacheó durante ocho años todo el territorio lucense haciendo amigos.

Y mientras Lugo ardía en las votaciones por la Diputación, Besteiro se fumaba un cigarro en Santiago. El líder del PSdeG se presentó el jueves en la capital gallega de imprevisto, sin que lo anunciaran los carteles, para presentar en el Parlamento una jornada de debate sobre los recortes en la sanidad. Tomó distancia con la caída en desgracia de Santín. Y habrá quien diga que el número uno de los socialistas no estaba presente en la escena del crimen. Quien recuerde que Santín era su mano derecha o incluso quien se enrede en el carácter indeciso que a veces se le reprocha. Pero una cosa parece clara: Besteiro, como Zapatero, tampoco era ningún Bambi.

Los socialistas gallegos tienen la vista girada hacia la ciudad de las murallas, que este fin de semana celebra oportunamente el Arde Lucus, para observar el modus operandi de Besteiro y buscar respuestas a todo lo que está ocurriendo en el partido. Primero fue Orozco, emblema del PSOE, el que fue sacrificado en pira pública. Hace unos días fue Santín y esta semana se verá si la combustión afecta también al indomable alcalde de Becerreá, imputado en una causa de índole administrativo, cuya cabeza reclama el BNG para entregarle al PSOE la presidencia de la Diputación lucense.

La operación tiene sus riesgos y, con Martínez Núñez y sus 36 años de militancia, el líder del PSdeG tiene un trabajo de mayor riesgo. Al fin y al cabo, la salida de Orozco estaba preacordada si era necesaria para conservar la alcaldía y el daño infligido a Santín deriva, sostienen algunas fuentes, de su renuncia a ser el relevo de Orozco. Pero con el alcalde de Becerreá solo caben tres posibilidades: que se desdiga a sí mismo y tire la toalla en su intento de presidir la Diputación, que se desdiga el BNG y lo apoye o, incluso, que el organismo provincial acabe en manos del PP, y posiblemente de Elena Candia, la alcaldesa de Mondoñedo, toda vez que la otra aspirante popular, Raquel Arias, ya renunció como concejala en Sober para seguir como delegada de la Xunta.

No faltan en el PSOE santones de la tercera vía, que especulen con la posibilidad de que la comisión federal de listas modifique la candidatura del PSOE y opte por otro perfil para mantener la Diputación de Lugo. Pablo Rivera Capón, edil en Láncara, tiene muchos boletos para esta operación debido a su cercanía a Besteiro. Pero todo dependerá del empeño que se ponga en esta apuesta, de si el discreto abogado lucense, al que muchos venían como el Bambi del PSOE gallego, está o no dispuesto a usar de nuevo el puño de acero. En el aire está, nada más y nada menos, que el fortín provincial que lo catapultó como líder de los socialistas.