«¡No me lo creo, no me lo creo!», dijo Abel Diéguez al ser rescatado
25 ene 2014 . Actualizado a las 18:23 h.«¡No me lo creo, no me lo creo!», fueron las primeras palabras que dijo Abel Diéguez cuando una linterna, en este caso amiga, le iluminó su cara. Eran los agentes de la Guardia Civil que ponían fin a su infrahumano cautiverio.
Prácticamente acababa de cenar, un cuenco de lentejas y un poco de panceta. Pero una vez más lo había hecho solo, tan solo que ni siquiera vio la cara ni las manos de la persona que lo alimentaba. «Le tapaban los ojos antes de servirle la comida», contó el teniente Recio minutos después de liberar al rehén. Muy cerca de la cuadra donde le tiraban los alimentos a Abel hay una despensa con todo tipo de productos del cerdo colgados del techo, y un gran arcón congelador también repleto de magníficas viandas.
Encapuchado, ni veía la luz del día. Sabía que llovía, y en abundancia, porque el maltrecho techo de su zulo así se lo decía. «No le dejaron salir en todo el tiempo que estuvo secuestrado», explicaron Recio y un compañero del teniente que también participa en la investigación del crimen de la pequeña Asunta. Así de tajante era la orden de mantener, maniatado, dentro del pequeño gallinero a Abel, «que tenía que orinar y defecar» en el serrín que cubría el piso de su cárcel de solo cuatro metros cuadrados.
Y mientras los agentes de la Guardia Civil llevaban a Abel Diéguez al médico, sus captores permanecían en la casa con las manos esposadas a sus espaldas.
«Teño sede»
Manolo, uno de ellos, estaba sentado en la amplia cocina de la vivienda, eso sí, con la cocina de leña al rojo vivo. Muy tranquilo, pidió agua. «Teño sede», dijo en voz alta. Un agente le dio de beber agua de su propia mano.
Manolo sufre problemas coronarios. En el aparador de la cocina había envases de Sintrom y otros fármacos para este tipo de dolencias: «Esas menciñas son miñas», explicó.
Sus compinches estaban en la primera planta. Observaban cómo los agentes de la Guardia Civil registraban sus enseres, ante la atenta mirada de la secretaria y la titular del Juzgado número 1 de Lalín. Y serán puestos a disposición judicial en las próximas horas.