«Imputados, ayer»

GALICIA

28 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Feijoo, el de «Bárcenas me repugna» y la tolerancia cero con la corrupción, templó ayer gaitas con los imputados en la operación Pokémon, que son cien a estas horas, entre políticos, asesores y empresarios. Lo hizo justo después de la imputación de doce personas (incluido un teniente de alcalde y un concejal) en el Ayuntamiento de A Coruña, con gobierno del PP, y usando como argumento el sobreseimiento de varios casos de presunta corrupción en la operación Campeón. Obviamente, una imputación no es una condena y, por descontado, estas últimas doce pueden quedar en nada, como todos los días hay en los juzgados acusados que finalmente son declarados inocentes. Pero que esto sea así no puede valer de excusa para que se instale en la política gallega (Orozco, alcalde de Lugo, fue pionero, presumiendo de estar imputado no una, sino dos veces), y se transmita a la sociedad, la leyenda de que los jueces imputan casi por aburrimiento o porque le cogen manía a uno. Las imputaciones hay que tomárselas en serio. Como hay que tomarse en serio, y debe preocupar a todos, también, mucho, a la clase política, que en Galicia haya más de cien cargos públicos imputados por delitos tan graves como la falsedad documental, el cohecho, la prevaricación o el blanqueo de capitales. Si quienes gobiernan no son los primeros en distinguir el grano de la paja, de ejercer, no solo proclamar, la tolerancia cero, podemos acabar, sin darnos cuenta, como acabó México con los crímenes. Inmunizados. Pues son tantos los asesinatos en ese país que solo los más sonados salen en la primera página de los periódicos. En el diario El Sol, por ejemplo, ocupan un pequeño recuadro, abajo, a la derecha, con la leyenda: «Ejecuciones». Con dos apartados: «En el sexenio» (el pasado día 24 contabilizaban 8.643), y «Ayer» (6 solo el día 23). Si logran convencernos de que estar imputado es lo más normal del mundo, esto puede acabar contándose así: «Imputados, ayer». Entonces, se habrá perdido la guerra contra la corrupción (presunta, y de la otra).