Nuria Costas reconoce no tener más claves que las ya manejadas sobre la motivación del cuádruple crimen, pero dice que con el tiempo ha ido reflexionando sobre los últimos instantes de vida de su hermana. «Entrar a cara descubierta era la evidencia más clara de que iban a liquidarlos y para mí que esperaron por el dinero y a que entrase mi hermana también [...]. Para mí que mi hermana sabía algo». «En los últimos meses anduvo visitando al médico porque tenía jaquecas y no se encontraba bien, algo le pasaba. Luego sucedió eso y empiezas a hacerte preguntas, pero ya nunca podrán ser contestadas». «A lo mejor alguna llamada, porque ella como estaba siempre en la casa pues cogería el teléfono», concluye.
«Llevamos casi veinte años con la misma herida y con ella seguiremos toda la vida, porque ella falta en casa, era una cría...», rememora Nuria Costas, al frente ahora de un negocio en A Ramallosa (Nigrán), al tiempo que trata de que su madre sufra lo menos posible, sobre todo en los momentos en los que el crimen resurge.