El proyecto de la empresa canadiense Edgewater y su filial -Mineira de Corcoesto - para extraer oro parecía ir sobre ruedas y sin barreras a la vista a finales del año 2012. Fue por aquellas fechas cuando la consellería liderada por Agustín Hernández daba luz verde al estudio de impacto ambiental. El endurecimiento de las condiciones económicas impuesto por Industria el pasado verano cogió a contrapié a la empresa, que no se esperaba un escenario como ese y tuvo que emprender una reorganización de todas sus previsiones en un contexto financiero adverso, con la banca imponiendo restricciones a los créditos.
Ante la presión mediática, Francisco Conde siempre ha defendido la necesidad de proteger el proyecto de forma técnica y financiera por si se produjera algún imprevisto.