No solo los ingleses consideraban Vigo y Ferrol como bases estables de submarinos alemanes. El propio almirante Karl Dönitz documenta las escalas de los U-boot en los puertos gallegos.
En el diario de Dönitz abundan notas del estilo: «Nuestros agentes infiltrados en Vigo nos informan de que no es posible repostar ahora en ese puerto». O bien: «Nuestros espías en Ferrol afirman que hay un importante movimiento de buques ingleses en la costa de Galicia».
Pero la preocupación aliada no solo estaba en el tráfico de wolframio hacia Alemania, en los espías o en las bases de submarinos. En Cospeito (Lugo) el complejo de antenas Elektra-Sonne servía para guiar a la Luftwaffe. Si Inglaterra decidió finalmente no minar Galicia o realizar un desembarco fue porque anularon la amenaza por otros medios.
Los submarinos fueron aniquilados por el uso del radar y los aviones de larga distancia B-29 Liberator y Wellington. Para el wolframio, idearon una «guerra económica», comprándolo en bocamina a alto precio para hundir el mercado.
Los generales de Franco fueron sobornados por Gran Bretaña. Y el complejo ubicado en Lugo fue utilizado por los propios ingleses, cuando adaptaron su código.