Las dinámicas de acoso son conocidas debido al trabajo de grupos de afectados y a la investigación psicológica que documenta sus efectos. Asistimos, sin embargo, a la negación social e institucional del acoso escolar con silencios cómplices, racionalizaciones que lo consideran comportamiento normal («así son los niños»), o estrategias de culpabilización de la víctima («no hace nada por integrarse»).
Imagínense que están en un lugar de donde no pueden marcharse, y reciben golpes y humillaciones sistemáticamente. La angustia se vuelve constante y el cuerpo se paraliza, impidiendo las actividades cotidianas. Padecerán insomnio, sentimientos de vergüenza, ideas de suicidio, creencias como «soy débil», «es mi culpa», y sus capacidades de estudio o socialización se verán afectadas. Imagínense, además, la soledad que se siente al recibir por parte de sus profesores respuestas de silencio e incomprensión. En mi práctica como psicóloga he visto que cualquier niño o adolescente en esta situación es un luchador valiente y resistente.
Justificar la injusticia culpando a la víctima deriva de un deseo de mantener la creencia en un mundo justo, donde lo malo no le ocurre a la gente buena. Sin embargo, son estas racionalizaciones las que hacen crónico el acoso, al no intervenir a tiempo.
El acoso como práctica sistemática con sus síntomas psicológicos es muy diferente a la agresión ocasional. Un adulto en esa situación hablaría de estrés y ansiedad, e intentaría cambiar de trabajo. Choca la reacción corporativista de algunos profesores y colegios, que en lugar de contribuir a la solución se convierten en cobardes aliados de la agresión, negando los hechos. La Administración abre expedientes por absentismo, para obligar a los niños a volver al mismo contexto, como verdugos insensibles. Existen hoy programas de intervención para la solución pacífica de conflictos en colegios que han tenido mucho éxito y, sin embargo, tienen escasa aplicación. Identificar el problema en el plano sistémico e intervenir para corregirlo debería ser una prioridad.