Todos los capitanes de remolcadores y pilotos de helicópteros confirmaron ayer que el buque vertía desde el primer momento. Francisco Guerrero, piloto del Pesca II, aseguró que el capitán del Prestige «ni obedeció, ni colaboró con el remolque» en la tarde del día 13, pues estaba esperando la autorización del armador. Para este comandante, la mancha era densa y tenía una extensión de unas cinco millas. El capitán del Sertosa 32, Jesus Calvo, precisó que era lógico que estas manchas terminaran llegando a tierra y, a pesar de que hay controversia sobre la posibilidad de que el buque dejara de verter el día 14, el capitán del Charuca Silveira, Ángel Rielo, precisó que la contaminación era «uniforme». El patrón del primer remolcador que enganchó el buque explicó que intentó que no siguiera derivando hacia la costa, aunque era incapaz de moverlo.