El PSdeG desaprovecha el mal momento de Feijoo

Gonzalo Bareño Canosa
gonzalo bareño MADRID / LA VOZ

GALICIA

23 ene 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Eran las ocho de la tarde del pasado 20 de noviembre y en Ferraz ya sabían que el PSOE se enfrentaba a la derrota más dura de su historia. Los sondeos a pie de urna confirmaban los peores augurios. Habían roto el suelo instalado por Joaquín Almunia en el 2000 cuando, tras su insólita alianza con el ala dura del PCE representada en IU por Francisco Frutos, dejó el listón en 125 diputados. El candidato, Alfredo Pérez Rubalcaba, y el secretario general, José Luis Rodríguez Zapatero, establecían una nueva plusmarca negativa de 110 diputados.

Pero, si en el 2000 Almunia tuvo la coherencia política de presentar su inmediata dimisión irrevocable tras haber llevado a su partido a la ruina, el 20-N en Ferraz ni Zapatero ni Rubalcaba hicieron el más leve amago de dimitir. Al contrario, uno y otro comenzaron a diseñar sus estrategias para mantener el control del partido.

La de Zapatero pasó por convocar un congreso nacional para febrero con el objetivo de impedir que Rubalcaba tuviera tiempo de hacerse con el mando del PSOE. Y la de Rubalcaba, por empezar a sumar apoyos de cara a esa batalla. Ni uno ni otro tuvieron en cuenta los intereses del partido, como puede comprobarse ahora. Mientras el PP está aplicando los mayores ajustes de la democracia, el PSOE está perdido en la lucha interna. Sin un líder que pueda responder a Rajoy en nombre del partido o reprocharle el incumplimiento de su programa.

Una batalla de Madrid

Pero, con ser esto grave, ni Zapatero ni Rubalcaba tuvieron en cuenta tampoco que con sus estrategias, además de descabezar el PSOE en un momento crítico, iban a dividir y debilitar al partido en autonomías donde todavía le queda mucho por jugar. En Andalucía, a dos meses de las elecciones, la unidad socialista se ha roto en dos. Y en Galicia, con unas elecciones a un año vista, la fractura ha sido también inevitable.

El problema, como ha quedado claro, no es la división en el PSdeG entre partidarios de Chacón y de Rubalcaba, sino el hecho de que al llamar a las urnas a la militancia unos y otros han aprovechado para medir sus fuerzas en torno a una batalla que nada tiene que ver con la sucesión de Zapatero.

La estrategia de Ferraz parece diseñada por el peor enemigo del PSdeG. En el momento más comprometido para Feijoo desde que llegó al poder, cuando su partido está aplicando unas durísimas e impopulares reformas, cuando queda claro que Rajoy no va a dar tampoco a Galicia lo que el PPdeG le reclamaba a Zapatero, los socialistas desaprovechan la ocasión de levantar cabeza y pasar a una ofensiva firme contra el presidente de la Xunta. Se dedican a pelear entre ellos. Cuando el PSdeG se recupere de una batalla que no es la suya, sino la de Madrid, Feijoo habrá tenido tiempo de tomar aire tras su momento más difícil.