Un acusado dice que envió por amor fotos pedófilas a un agente encubierto

Lars Christian Casares Berg
Christian Casares PONTEVEDRA

GALICIA

El guardia civil logró seducir al distribuidor de pornografía infantil y detenerlo al llegar a Galicia Sostiene que sólo trataba de agradar al hombre al que conoció a través de Internet

24 oct 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

Pablo Antonio Rodríguez Sanguinetti, Federico, como se llamó cuando creyó vivir durante tres meses una historia de amor con Juan, el agente encubierto de la Guardia Civil que logró enamorarlo con una relación a través de Internet, tiene 64 años. «Yo estaba enamorado de Juan», clamó ayer Pablo Antonio ante el tribunal que lo juzga en Pontevedra por distribución de material pedófilo. El amor que cultivó el agente con frases melosas y comentarios tan sórdidos como las imágenes que Pablo Antonio le envió a su correo electrónico desde su domicilio en Washington (EE.???UU.) se ha convertido ahora en una fría declaración ante el juez. El acusado, natural de Uruguay, admite que las fotografías y vídeos que pasaron de presente amoroso para seducir a Juan a convertirse en principal prueba de la fiscalía sí fueron enviadas por él. «Por eso las enviaba, cuando no había ambiente de pedofilia -recuerda el acusado- las conversaciones eran muy cortas». Quizá por eso la fiscalía ha podido reunir tal cantidad de pruebas, hasta 97 fotografías y 12 vídeos con abusos a menores, relaciones sexuales entre adolescentes, de estos con adultos o simplemente poses de niños y bebés desnudos. Se las mandaba durante sus conversaciones a través de Internet, que se prolongaban durante horas. Federico, como se hacía llamar el uruguayo en los chats, se conectaba sobre las once de la noche en Washington y permanecía frente a la pantalla hasta las cuatro de la mañana, según recuerda. Al otro lado del Atlántico, Juan, que ayer se presentó ante el tribunal sólo con la sucesión de dígitos que lo identifican como guardia civil, le seguía el juego. La defensa se esforzó en presentar la actitud del agente como una clara inducción al delito. Pero el guardia civil fue claro y conciso: «Yo nunca le pregunto, no le pido las imágenes». «Pero sí finge gusto por los menores», inquirió la defensa. «Dije que tenían morbo», concedió el agente. La detención Y así, con un juego dialéctico en el que el guardia civil nunca llegó a hacer peticiones expresas, el dispositivo especial de la investigación logró hacer que Rodríguez Sanguinetti cogiese un vuelo desde Washington hasta Galicia con el fin de conocer a Juan. Así fue detenido. En su equipaje, Pablo Antonio Rodríguez Sanguinetti llevaba cedés con imágenes de menores y un ordenador portátil donde se encontraron más. Portaba además dos penes de plástico, «uno grande y otro mediano», según reconoció el propio acusado. Lo traía todo como un regalo para Juan, el mismo con quien soñó semanas antes. «Tuve una pesadilla -recuerda Pablo Antonio que le comentó en una ocasión a Juan-, que tú eras un policía y yo llegaba y me detenías». «¡Qué tontería! -escribió el agente-, yo odio los uniformes».