En el tramo final de cada año se advierte en Galicia un recrudecimiento de la accidentalidad. En los últimos diez días se contaron diez muertos en las carreteras. ¿Acaso los empeoramientos meteorológicos tienen que ver con los empeoramientos de la seguridad vial? Aceptamos que determinados agentes atmosféricos elevan los riesgos del tráfico, pero no hay que olvidar que no causan accidentes. Inciden en los siniestros cuando frente a ellos no se adoptan medidas de cautela. ¿No sabemos que en la circulación sobre calzadas afectadas por la lluvia las separaciones entre vehículos deben aumentar? ¿O que los ritmos de marcha deben ser más bajos? ¿Se atienden estos imperativos? Conviene decir que buena parte de los accidentes de noviembre tiene relación directa con esos interrogantes. No son azares o fatalismos. En gran medida pueden evitarse. Bastaría con cumplir unas cuantas normas de conducta en el uso de calles y carreteras.