La pequeña Janet saca pecho

Nacho Mirás Fole

GALICIA

El mundo a los cuatro vientos La menor de los Jackson, la estrella que más brilló en la gala del Xacobeo grabada ayer en Santiago, asegura que no cambiará y que seguirá siendo «una mente abierta»

10 jun 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

Los americanos utilizaron políticamente el pezón de Janet Jackson, la teta más conocida del mundo desde que la artista la lució en la retransmisión de la Superbowl. El asunto sirvió «para desviar la atención y tapar lo que se está haciendo por ahí fuera» (en clara alusión a la guerra de Irak y a la política de Bush). Lo dice la propia cantante, que aseguró ayer en Santiago que no cambiará y que seguirá siendo «una mente abierta», pase lo que pase, dispuesta a no dejarse hundir «por una cosa tan pequeña». Se refiere al incidente, no a lo otro. Janet fue, de todas las estrellas que actuaron en la gala del Xacobeo grabada por TVE en el Obradoiro, la que más brilló. Sus fans, tipos entregados que la siguen a todas partes, que se hacen camisetas con su cara y que bautizan a sus hijos con su nombre, llegaron a Santiago desde Canarias, desde Madrid y desde Castellón. Lo de los hijos es rigurosamente cierto. Michael y Janet son dos hermanos madrileños que le deben el nombre a dos de los hermanos Jackson. Chus y Luis, madre y padre, explican: «No somos muchos, pero somos fieles». Y tanto. Les acompañan Ricky, Elisabeth y Paola. Plató en el Obradoiro Con el Obradoiro convertido en un enorme plató de televisión, los periodistas canalizan sus energías hacia Janet, dejando un poco de lado a Paulina Rubio, Zucchero, Ketama, Víctor Manuel, Ana Belén, Rosario, Blue, Mariza, Diego Cigala y Bebo Valdés, Nek, Susana Seivane, Avalón, Luar na Lubre, Los Limones y Mark Knopfler a quien, por cierto, en la invitación que se repartía entre el público se presentó como Mar Nnopffer. «¡Matalos era pouco», dice un seguidor de los Dire Straits. Janet Jackson se brinda a atender a los medios. Dedica la mañana a las televisiones y la tarde al resto. En el Hostal de los Reyes Católicos su séquito escoge para las entrevistas el antiguo observatorio de agonizados, hoy llamado Sacristía Alta. No tiene aspecto de agonizar, precisamente. Todos sus movimientos y los de los periodistas los controla un guardaespaldas con cuya camisa se podría tapizar la Pedra de Abalar. -¡Gou tu de cona, gou tu de cona!, ordena el gigante. ¿Mande? El desconcierto inicial de una palabra que en Galicia suena peor que en cualquier otro sitio del mundo, se calma cuando la prensa local cae en la cuenta de que lo que suena fatal es la pronunciación de esquina en inglés, escrito corner. Nadie respira hasta que el de la camisa de abalar lo dice. Sale Janet. Preciosa, bajita, mucho más negra que su hermano Michael. Lleva un sombrero tejano de moqueta marrón. O es moqueta o es peluche. En uno de sus brazos, una ferretería de pulseras; vaqueros de cintura bajísima, preocupante. Grandes aros en las orejas, camiseta blanca y chupa de chapas. Los periodistas preguntan y Janet responde dulce, cautivadora con esos ojazos. Habla de su disco Damita Jo. No se le puede preguntar por Michael «por orden judicial». Es bajita y habla bajito. Cuenta que no se debe «magnificar» el asunto del pezón saltarín, que en política está más cerca de los demócratas que de los republicanos y que no le llega el momento de ir a votar para contribuir a que algo cambie en su país. Convence. Explica que cuando actúa es actriz y cuando canta, ella misma. Se siente «halagada» por quienes la copian y anuncia que volverá a hacer cine. Sobre los Jackson, dice que son «una familia normal y muy unida». Acerca de Compostela, que es «preciosa, como sacada de una película»; y a la pregunta de si conocía el Camino, contesta que ha oído «que hay quien lo hace de rodillas». Janet no sólo cautiva a sus fans.