Operación Triunfo

La Voz

GALICIA

CÉSAR CASAL GONZÁLEZ EL PERFIL Francisco Vázquez, alcalde de A Coruña, homenajeado por sus conciudadanos

03 feb 2002 . Actualizado a las 06:00 h.

S tan claro y directo como los cómics (el Príncipe Valiente) que devora y colecciona. Ha hecho historia en la política española de la mejor manera: con goleadas de votos en las urnas. El viernes le hicieron un homenaje en su ciudad por sus diecinueve años de alcalde. Los rostros en las mesas eran una lección de consenso. Hasta la derecha le abrazó en la figura del árbitro García de Loza. Vázquez habló del horizonte 2008; o sea, de puro trabajo. Sonó para ministro en los gobiernos socialistas más de una y de tres veces. Se le llegó a colgar de la mano la cartera de Defensa. Es del Dépor, a pesar de Lendoiro, aunque no le son ajenos los goles culés. Es de izquierdas, pero católico muy practicante. Aplaude el papel del Rey, pero es un republicano sentimental. La suya es una voz muy propia. A él se le debe la revolución municipalista en España. Ya saben, «lo pequeño es hermoso». Peleó por la necesidad de recursos para los municipios. La mejor atención, la más precisa y rápida, es siempre la que dispensa el vecino; la mejor caricia, la cercana. En las campañas electorales le sale el animal político. Se desboca. Es terrible. Tiene una pegada contundente, casi metálica. Los puños de sus palabras noquean al más pintado. No duda ni un segundo en colocar unas cajas de cerveza para subirse a ellas y mitinear con un megáfono en la mano a las cigarreras de la fábrica de Tabacos. Regala titulares: «No quiero la Galicia del BNG para mis hijos» o «no voy al congreso del PSOE porque son las fiestas del Rosario». Ha logrado que A Coruña y su nombre vayan de la mano. Cada vez que intentan azotar a la ciudad, aeropuerto, universidad, peajes, lo que sea, ahí está él para poner la cara, las dos mejillas, si es necesario. Sus críticos dicen que parece más un padrino que un alcalde. Pero es que la ola de su carisma siempre va un par de mareas por delante de él. Mientras la Xunta y Galicia esperan, A Coruña es la principal beneficiada. Mientras su talento no se exporte, la ciudad coruñesa multiplicará su sueño. Siempre demostró que su ambición empezaba y terminaba en el puente del Pasaje. En una larga entrevista, Francisco Vázquez confesaba que todavía subía las escaleras de María Pita hacia su despacho con ideas, muchas ideas, y con la gasolina de la ilusión para llevarlas a cabo: «El día que note que no tengo esa ilusión lo dejo». Francisco Vázquez es el alcalde de todos, porque en su bastón de mando están las huellas de las mismas manos que llenan las urnas con sus papeletas. Y él lo sabe, vaya si lo sabe.