Eire se vale de su cultura autóctona para proyectarse en el mercado global

La Voz

GALICIA

La literatura, el cine, la música tradicional, la simbología céltica y su patrimonio histórico se rentabilizan como estrategias de márketing Cuando Irlanda no tenía «chips», ni «software» ni siquiera industria, tenía cultura. Una cultura fraguada desde que en los monasterios celtas los monjes escribas tradujeran el saber occidental a su universo gaélico. Irlanda ha entrado en la era de la globalización sin renunciar a lo local. No sólo eso. Lo autóctono, la simbología céltica, la música tradicional y la literatura, además de un gran negocio, se utilizan como estrategia de márketing. No sólo para atraer a los turistas. También para captar capital extranjero.

31 ene 2002 . Actualizado a las 06:00 h.

En casa de la familia Crehan, en Gorey, solía contarse una historia. Una historia sobre estadounidenses de origen irlandés que volvían a Irlanda en busca de un país mítico. Era habitual que en sus viajes por estas tierras preguntaran dónde podían verse leprechauns, unos seres mitológicos que son primos de los trasnos gallegos. Hasta aquí podía ser sólo un chiste, pero pronto hubo un irlandés que vio el negocio: construir un itinerario por el bosque para que los norteamericanos buscaran leprechauns. Pagando, claro está. El ejemplo a nivel popular ilustra perfectamente lo que hace Eire a nivel nacional: utilizar el reclamo de la cultura autóctona -con un halo mítico y legendario- para atraer a los turistas con alergia a la lluvia, pero también para vender las excelencias de su país en el ámbito empresarial. En los folletos de los polígonos industriales siempre hay referencias a la cultura local. En algunos, casi tantas como a la excelencia de las instalaciones o las ventajas fiscales. Tras cientos de años bajo el yugo inglés, cuando todo lo que sonaba a cultura gaélica estaba prohibido, los irlandeses comenzaron a caminar solos con el objetivo de recuperar su autoestima y su cultura. Y parece que lo han conseguido, a pesar de que los Estatutos de Kilkenny, las leyes que proscribieron lo gaélico, siguen presentes en el subconsciente colectivo. Marca celta Eire popularizó la marca música celta y vendieron a sus excepcionales instrumentistas por todo el mundo. Fue Van Morrison el que bautizó a los irlandeses como «los negros de Europa» por su increíbles dotes musicales. Es difícil encontrar una familia sin un músico. En casa de los Crehan, por ejemplo, el padre tocaba la concertina, un hijo la guitarra y los otros tres el violín. La BBC se preguntaba en un reportaje reciente cómo era posible que actores como Tom Cruise, Kevin Costner o John Hurt prefirieran comprarse una casa en el Oeste de Irlanda que en Mallorca, por ejemplo. Pero el simple hecho de que en la región de Cork haya un Hollywood de miniatura es una prueba del éxito de Irlanda en su estrategia de utilizar su herencia cultural como pantalla internacional. Algunos de estos actores rastreaban su origen irlandés, fascinados por ser descendientes de tipos como el chieftain Cuchulain. Eso siempre es mejor que un pasado difuso que se pierde en el Bronx. Por una parte, resulta ~inreíble cómo Irlanda ha conseguido vender al resto del mundo cosas tan intangibles como un pasado mítico de reyes celtas y princesas secuestradas. Casi tan increíble como el irlandés que construyó en medio del bosque un itinerario para que los turistas buscaran duendes.