Agotada la tortilla de patatas

MONTSE CARNEIRO SANTIAGO

GALICIA

XOÁN A. SOLER

Una jornada parlamentaria de escaso público y brillantez llevó en masa a políticos y público a la cafetería La tortilla, la mítica tortilla del Parlamento gallego, estaba agotada. Catorce hicieron y catorce se comieron. «E iso que son das grandes, no vaia pensar, que dan para dez pinchos». «Bueno, pois xamón». Eran las seis y media de la tarde y, afuera, el estado de la autonomía era lluvioso persistente.

10 oct 2000 . Actualizado a las 07:00 h.

Un anuncio en prensa anunciaba para esa hora la «importante intervención» de Xosé Manuel Beiras en la Cámara de los señores diputados. Pero algo sucedía en la cafetería. Mauro Varela, de la banda de los conservadores, platicando con dos colegas. «Yo me quedo siempre en el Wellington. Me gusta ese hotel. Tengo allí un baúl que me compró mi mujer en el 87 y es bárbaro, así no voy cargado con maletas. Llego y ya dicen: A ver, el baúl del señor Mauro para la 617...». Sin salir del Wellington, el señor Mauro volvió al escaño. Siestita en la 617... Luz roja para Touriño. Vaya acabando, haga el favor. Discurso aburrido donde los haya. Ni pizca de humor. Cuarenta y cinco minutos antes... Anxo Guerreiro, de la banda mixta. «É capaz vostede de facer calquera tipo de travestismo político para manterse no poder». Fraga llevaba la mano a la cabeza con parsimonia de cámara superlenta; como pensando: «Pero válgame Dios, estes non saben que...». El verbo de Guerreiro aún dio para alguna risa. Luego le llegó la luz amarilla. «Se o Departamento de Propaganda deixa...». Era un mensaje para: Jesús Pérez Varela, conselleiro y uno de los protagonistas de la jornada. Su política informativa mereció elogios del presidente patrón y las carcajadas de los oponentes (no confundir con opositores). Él, tranquilo, de cuchicheos con Cochón, je je je, ahora descanso la vista, ahora me reclino y pasmo un poco, ahora cara al techo. Allí... El público, al sur del techo. Cuco Fernández de Mesa, cada día más figurín, representó con Albor a las autoridades e ilustres que no asistieron. Discretos Álvarez Corbacho, Dositeo y los estudiantes. Padilla dormía. De pronto, la luz cenital puso reflejos tornasolados en la acreditación que una señora llevaba a la altura del corazón. La frecuencia de los reflejos reveló agitación interior. Era la mujer de Beiras. Su hombre empezaba a hablar. Silencio escénico. «Dúas libras da primeira por media libra da segunda, conforme as ensinanzas de Picadillo...». Política gastronómica. La tortilla razonada.