Lara Lars: «Quería transformar la imagen de la mujer florero de los 50»

FRAncisca Pacheco / a.a.

FUGAS

La ilustradora Lara Lars.
La ilustradora Lara Lars.

Esta artista nació en Salceda, se empapó en Vigo de edificios brutalistas y triunfa con chicas de anuncio que cambian las lavadoras por ovnis y no se dedican a esperar a sus maridos. Este viernes concluye la exposición que permite visitar su obra en Vigo

19 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando estaba estudiando Arquitectura, Lara Lars utilizaba el collage para explicar sus proyectos a sus profesores y compañeros. Luego, lo usó como forma de expresión cuando le faltaban las palabras. Ahora se gana la vida con él, mezclando recortes de mujeres de los años 50 y 60, arquitectura brutalista y ovnis, todo salpicado de colores pastel, buen gusto y una clara intención: devolverle a la mujer el espacio que por tantos años le fue arrebatado.

Lara nunca lo imaginó, pero hoy se perfila como un referente en lo que a collage e ilustración se refiere, con más de 90 mil seguidores en Instagram. En los últimos años, ha trabajado con grandes marcas de moda, revistas y editoriales como Seix Barral, Anagrama y Sexto Piso. Además, diseñó los carteles del Orgullo y de los Veranos de la Villa de Madrid en el 2021.

—¿De dónde viene el interés por el «collage»?

—Antes de ser artista o collagista, yo soy coleccionista. Al principio eran los sellos. Luego, los flyers de las discotecas de Madrid. Estudiando Arquitectura, empecé con las postales antiguas, después vinieron las fotografías de los edificios brutalistas, las revistas antiguas donde salían los anuncios de los 50 y 60 con esa estética retro que tanto me gusta. Tenía esas cosas acumuladas y empecé a utilizar el collage como una forma de expresión.

—Una forma de expresión que empezaste a compartir en redes sociales…

—Sí, empecé a compartirlo a modo de diario, para hablar de las cosas que me pasaban o que pensaba. Era una forma de desahogo. Yo lo hacía por hobby en mi tiempo libre. Poco a poco empecé a notar interés, la gente me preguntaba si hacía exposiciones, si vendía los collages. Fue muy orgánico, porque yo no vengo para nada del mundo del arte y nunca pensé que sería artista ni que se pudiera vivir de eso.

—Tú vienes del mundo de la arquitectura. ¿Cómo fue esa transición?

—Siempre los fui combinando. Tenía mi trabajo de arquitecta y en mi tiempo libre hacía ilustración. Son dos trabajos que requieren de mucha dedicación y llegó un punto en que era insostenible; tenía que elegir una cosa o la otra. Las dos me gustaban, pero yo sabía más o menos cómo iba a ser mi vida de arquitecta, pero mi vida de artista no tenía ni idea de cómo podía ser, y eso me llamaba. Ahí fue cuando dejé mi trabajo y me dediqué solo a la ilustración.

—Háblanos de los elementos que caracterizan tu trabajo.

—Todo lo que hago es un reflejo de quién soy. Al final quien me conoce sabe que yo soy las ilustraciones. Yo vivía en Salceda, pero cuando era pequeña iba todas las semanas a Vigo y siempre pasaba por un polígono con maquinarias y estructuras industriales. Una zona de canteras. Al final, me he dado cuenta de que, por ejemplo, a mí me gusta la arquitectura brutalista porque me recuerda a eso, a ese paisaje en el que crecí.

—¿Y la imagen de la mujer florero de los años 50?

—Cuando yo empecé a hacer ilustraciones, fue por la necesidad de transformar esas imágenes que yo acumulaba en algo más. Que las siguientes generaciones de coleccionistas pudieran encontrar imágenes acordes a los nuevos referentes que no existían cuando yo buscaba. A mí me gustaba la estética de las imágenes de mujeres de los 50 o 60, pero siempre estaban promocionando lavadoras o admirando al hombre que tenían al lado. Yo quería transformar esas imágenes para que reflejasen mujeres con personalidad, que viajan, que tienen inquietudes, a las que les pasan cosas. Quería que las chicas, cuando buscasen las imágenes, se viesen un poco más reflejadas.

—Un tercer elemento que siempre vemos en tu trabajo son los ovnis. ¿Por qué?

—Por una parte, le dan un toque humorístico y aumentan el tono surrealista, y también por la influencia gallega. A nosotros nos gusta lo místico. No soy una estudiosa de los ovnis, pero como elemento es curioso. Al final, voy dejando todos mis gustos en las ilustraciones, que también van cambiando según yo voy evolucionando y aprendiendo nuevas cosas. Intento meter personajes más variados, no solo mujeres blancas, meter más razas o jugar un poco con el género, según lo que voy aprendiendo.

—Refleja una postura política también…

—Yo creo que todo es político. Yo no tengo la necesidad de ser la capitana de nada, de ninguna causa, pero sí que creo que todos podemos aportar un poquito con las cosas que hacemos en nuestro día a día y nuestro trabajo.