Pilar Reyes: «Los editores nunca hemos sido buenos para las predicciones, por fortuna»

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Es una de las personas con más poder en el mundo editorial. Lumen, Random House o Alfaguara están entre los sellos que dirige. Pilar Reyes revela los entresijos de su oficio

13 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Por su papel en la historia de la edición española, por su aportación a la innovación de la literatura infantil y juvenil y por su trabajo en la difusión de la creación en español de ambas orillas. Alfaguara ha sido galardonada con el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2021, concedido por el Ministerio de Cultura y Deporte y que carece de dotación económica. Un reconocimiento al sello cuya historia comenzó en 1964, cuando lo fundó Camilo José Cela, que edita en España y América Latina y que desde el 2013 forma parte de Penguin Random House. Pilar Reyes, nacida en Bogotá hace 49 años, es su editora.

-¿Qué busca en un libro quien leyó tantos?

-Un tono personal, que sea reconocible de inmediato, y una distancia frente a los tópicos en boga.

­-¿Sigue intacta la capacidad de sorpresa? ¿Qué la aleja y qué la aferra más a un libro?

-Un editor que haya perdido la capacidad de sorprenderse debe buscar otro oficio, así que esa es una cualidad que cultivo con esmero. Me aleja el lugar común. Me aferra la ambición con la que el escritor encara su proyecto, así el resultado sea imperfecto.

-¿Es injusto decir que la literatura juvenil es la hermana pequeña de la novela?

-En su momento me formé con ella y fue fundamental para construir mi pasión por los libros. Recuerdo títulos como Un puente hasta Terabithia, de Katherine Paterson; Cuando Hitler robó el conejo rosa, de Judith Kerr; Rebeldes, de Susan E. Hinton… Son solo algunos ejemplos de libros publicados por Alfaguara que devoré cuando era joven. Hay una gran literatura juvenil que ha formado grandes lectores.

­-Casi nada. Hoy, ¿la generación youtuber e instagramer lee menos libros?

-Todos los públicos son difíciles hoy en día. Hay mucho ruido en nuestro presente, mucha competencia por la atención del lector: Internet, los teléfonos móviles, el mundo audiovisual… Hoy se lucha contra muchas cosas para ser escuchado. En Alfaguara, tanto en el catálogo infantil y juvenil como en el de adultos, somos conscientes de que nuestro trabajo no termina al editar un libro; debemos hacer visibles, relevantes y actuales los libros que publicamos. Buscamos publicar los mejores libros para la mayor cantidad de lectores.

­-¿Qué cambiaría en los planes de estudio, tal vez alguno de los libros obligatorios?

-Hacer crecer como lector a un niño es una labor de la escuela, pero también de los padres, desde el comienzo de la vida. Con grandes libros siempre será posible formar lectores apasionados, pero se necesitan mediadores que transmitan esa pasión con la fuerza suficiente para que luego un pequeño la pueda experimentar a su vez.

-¿Cuesta hacer triunfar una historia a ambos lados del Atlántico?

-No hay fórmulas. Sin duda, los gustos varían de país a país. América Latina no es uniforme en ese sentido. Es verdad que existe una dificultad evidente para que los libros viajen, para interesar a un público por un autor más allá de sus fronteras. Pero los libros son simultáneamente influjo y reflejo de una sociedad, así que la clave está en seguir intentando que cada vez más libros y autores rompan sus fronteras nacionales e interesen a nuevos públicos.

-La presencia latina crece en Estados Unidos, ¿y los lectores en castellano?

-La oferta literaria en castellano es muy rica y cada vez despierta más interés en el público norteamericano. En los premios literarios importantes de Estados Unidos está habiendo, cada vez con más frecuencia, libros finalistas que provienen de la lengua española, muchos escritos por mujeres. Creo que quien puede leer en las dos lenguas siempre preferirá leer en la original.

-¿Cuál es la principal competencia hoy de los libros? ¿Se publican demasiados?

-Creo que hoy la oferta para ocupar el tiempo de ocio es inmensa y la soledad que implica la lectura es cada vez más difícil de conseguir. Con un teléfono móvil en la mano, es casi imposible. Me parece que ese es un problema más complejo que el de la oferta que, en efecto, es muy amplia. El número de libros publicados al año es una de las batallas que afronta la edición.

-¿Tiene buen olfato para los éxitos?

-Los editores nunca hemos sido buenos para las predicciones, por fortuna. Es más, en nuestro mundo los grandes éxitos han sido no solo impredecibles sino, en muchos casos, contraintuitivos. Eso hace que la edición sea un oficio apasionante, en el que la intuición y la curiosidad siguen siendo elementos fundamentales.

-Nos puede decir un libro del que se sienta especialmente orgullosa como editora.

-Lo estoy de cada libro que publico.

-¿Y uno que se le escapó a otro sello?

-Esas penas no se cuentan, se olvidan.

-¿Qué leerá este verano?

-Estoy metida en la lectura de Guerra y paz en la bella edición de Alba. Tengo en mi mesa Hamnet, de Maggie O’Farrell, y Como polvo en el viento, de Leonardo Padura.

-¿Qué es Alfaguara para usted?

-Una editorial de autores, no de libros. Acompañamos a un escritor a lo largo de su vida. Somos su casa. Eso es Alfaguara para mí, una casa, e intento que eso sea para los autores que tenemos el privilegio de editar. Una casa en la que los lectores encuentren la mejor literatura.