Escuchando Elefantes: «El odio no es algo natural en la gente, sino producto del miedo»

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No hay quien los tumbe. Silvia y Carlos desafían el momento con un nuevo disco y proclaman: «Los obstáculos están para hacerte más duro»

20 feb 2021 . Actualizado a las 18:31 h.

A Escuchando Elefantes no hay piedra que los tumbe. Ni tocar en la calle a la voluntad. Ni tener un accidente de tráfico tan grave como el que sufrieron en diciembre del 2017, que los tuvo en la cuerda floja. Ni acabar ocupándose de todo en un proyecto autogestionado, sin fronteras ni complejos. Por eso, el coronavirus tampoco va a detener el camino de Silvia Rábade y Carlos Tajes, que hoy editan ¿Por qué siempre cantáis en inglés?, su cuarto elepé. «Teníamos una gira montada desde finales del 2019. Era espectacular, pero se ha quedado en un solo concierto en Madrid. Da pena, pero es lo que hay», reflexiona ella, que contesta a esta entrevista.

 -Cantan: «Somos gente valiente que no tiene miedo a nada». ¿Había que reafirmarse en este disco tras el accidente?

-Es que hemos tenido que aprender a ser valientes. En momentos en los que uno parece que se cae, el otro dice: «¡No, no, no, hay que seguir!». Esa canción se refiere a todo aquello que pasó en el 2017. Nos demostró que los obstáculos están para saltarlos y hacerte aún más duro.

­-¿Qué cambió ahí?

-Demasiadas cosas. A mí me paró por completo. Tuve una lesión con la que no podía tocar la batería como antes. Me daba miedo no poder hacerlo nunca más y cambiar mi vida, porque Escuchando Elefantes ha sido y será siempre un plan de vida. Llegó un punto en el que vi que el miedo era lo que me paralizaba, igual que a todo el mundo. Me miré a mí misma y me dije: «Si no puedo tocar la batería así, lo hago de otra manera, pero tocaré». Y lo hice.

­-Siendo unos trotamundos que han tocado por media Europa, estar parados tiene que ser muy duro.

-Sí, es lo que llevábamos mal. Pero mira ahora, nadie puede tocar [risas].

­-Hay tres o cuatro momentos en el nuevo disco de cantar al límite. ¿Hay que echar el corazón por la garganta?

-Somos mucho de eso, de la épica y lo esperanzador. Al venir de situaciones un poco difíciles y mirar al futuro con optimismo, es esa épica la que ayuda. Es como una luz fuerte que hay ahí. Por eso las canciones luego terminan con calma. Hay patrones que se repiten en la naturaleza, como las estaciones. Nosotros somos así. Tenemos un patrón.

­-Cambian de idioma y, precisamente, en el título juegan con la pregunta típica. ¿Cuántas veces se la han hecho?

-Tal cual está, no nos la han hecho nunca. A la gente no le chocaba que cantásemos en inglés, sino que no tuviéramos temas en castellano. En plan irónico, le dimos la vuelta y lo pusimos en el título.

­-Generalmente, en el pop el paso del inglés al español suele ser definitivo. ¿Lo será en Escuchando Elefantes?

-No tengo ni idea. Nosotros, de hecho, empezamos en castellano. Carlos componía y yo cantaba. En el libreto del cedé explicamos cómo fue lo del idioma. Yo estudiaba filología inglesa y estaba empapada de escritores y músicos irlandeses. Mi cerebro pensaba en inglés y, cuando empecé a componer las canciones, salían así.

­-¿Su disco «Hope» (2017), en el que pasaron de ser un grupo de folk-rock a una banda de pop, fue un punto de inflexión?

-Fue un cambio grande. Yo empecé a tocar la batería, y Carlos, la guitarra eléctrica. Los directos cambiaron mucho, aunque creo que la base es la misma. Ahora ese folk-rock está más eléctrico, pero la esencia somos los dos haciendo temas con nuestras voces. Y lo acústico sigue ahí.

­-Han montado su propio estudio. Cada vez son más autosuficientes. ¿No agota?

-Es agotador, pero nos gusta. El tema videoclips nos quita muchísimo sueño. Somos dos personas haciendo el trabajo de un equipo de 20, a lo mejor. A veces acabas a un nivel de cansancio total, pero el audiovisual nos encanta. Si no fuéramos músicos, acabaríamos ahí. Carlos nació para ser director de cine. Lo será [risas].

-¿Por qué sale tanto la palabra «odio»?

-Pues tengo que revisarlo. En Hope sí que metíamos esa palabra deliberadamente en casi todas las canciones. Pero esta vez, si es así, es accidental. Decimos «El odio nace del miedo» en La estrella, porque creo que el odio no es natural en la gente, sino que es producto del miedo. Lo que existe realmente es el amor y, cuando no lo tienes, se transforma en odio.

­-¿En las letras pretenden reflejar este mundo actual polarizado?

-Sí, hay mucho odio y miedo a entender a la otra parte. Canciones como La ciudad que arde y Falsa vanidad sí que tienen un toque político. No es una crítica social, sino que se trata de intentar comprender lo que pasa y por qué hay personas que son así.