Tres mujeres y un mentiroso en un «thriller» atípico

elena méndez

FUGAS

30 ene 2021 . Actualizado a las 16:16 h.

Intriga inteligente que te engancha y no te suelta, aunque el arranque sea un poco desconcertante. Si te habías quedado estancado con el bum del noir nórdico, da un paso adelante y prueba con este thriller israelí que nos ofrece Dror Mishani. Te sorprenderá.

La angustia, el crimen y la oscuridad se combinan con personajes de perfiles psicológicos profundos y el retrato realista de una sociedad ajena para nosotros como es la de Tel Aviv. Sus calles, sus cafés y el estilo de vida de sus habitantes sirven de formidable telón de fondo para esta novela negra protagonizada por tres mujeres y un mentiroso. Es difícil hablar de la trama sin estropear el disfrute al lector. La tentación de destriparla (por utilizar un termino más castizo que el tan en moda spoiler) es tremenda, pero sería una terrible traición. Así que sigue leyendo sin miedo que no soltaré prenda. Lo prometo.

Retratos femeninos

La trama gira en torno a tres mujeres que en algún momento se tropiezan con el mismo hombre. Tres retratos de mujer muy diferentes a las que Mishani da vida a través de una prosa muy medida y sin florituras que transmite sensaciones de forma magistral. La rutina desesperanzada de Orna: una madre sola que lucha por salir adelante y contra la depresión. Una mujer abandonada que todavía busca el amor. Es la uno.

Emilia es la dos: una emigrante cuidadora de ancianos que vive en la soledad y el desarraigo. La religión será su asidero en una Tel Aviv demasiado inhóspita en la que el idioma es su primera barrera. Ella también busca quien la salve.

La joven Ella, atrapada en un matrimonio claustrofóbico y un trabajo insatisfactorio, cierra el triángulo de esta trama en la que la tensión crece con lentitud, párrafo a párrafo, y se va infiltrando en nuestra mente de forma insidiosa... hasta que nos posee y ya no puedes soltar el libro.

Mishani dosifica la violencia con mesura. Hay poca sangre. La justa. Pero temblarás. También deja una rendija para la esperanza. En un mundo donde la violencia contra las mujeres parece haberse normalizado, la solidaridad entre ellas será la fuerza que les permita combatirla y, a veces, vencer.