Tool o la arrogancia del viaje interior

FUGAS

MARIO ANZUONI

«Fear Inoculum» tranquiliza a una legión de incondicionales en todo el planeta

03 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

No es sencillo conseguir lo que la banda de Maynard, Jones, Carey y Chancellor ha logrado en el tortuoso proceso de facturación de su quinto trabajo de larga duración. Mantener a tu parroquia trece duros años en barbecho, aguardando un nuevo disco fetiche con la sed de cerveza de un confinado, sin perder un solo acólito ni un ápice de expectación en tan largo camino es algo que está al alcance de muy pocos. Interminables litigios legales, diferencias creativas, dimes y diretes que concluyeron en agosto con la presentación de este Fear Inoculum, un chute de miedo que habrá tranquilizado a su legión de incondicionales en todo el planeta. Tool continúan siendo Tool; es más, probablemente sean más Tool que nunca.

Hay dos formas de acercarse a esta colección de canciones, como hay dos vías para profundizar en toda la música de los angelinos, destrozada hace tiempo la categoría de metal alternativo en la que fueron confinados en sus inicios. Puedes hacer tuya la carga filosófica que anida en su actitud y en cada uno de sus lanzamientos. Esa idea de abrir nuevos caminos de percepción gracias a sus mantras cruzados para viajar hacia dentro y recobrar un sentido crítico y originario de la realidad, pasando de ese público-masa que el grupo definió alguna vez como ganado sin cortarse un pelo. O puedes hacer lo que ellos hacen e ignorar su calculada arrogancia para disfrutar, sencillamente, de la experiencia única que unos músicos enormes son capaces de tejer para ti.

Fear Inoculum consolida el viaje a la sutileza que Tool emprendió con Lateralus. Sigue habiendo cancha para la cierta crudeza que destila el último corte del disco, 7empst. Pero lo verdaderamente seductor de su propuesta son esos compases extraños, esa voz y esas estructuras envolventes imbuidas de la cultura musical hindú, cuya repetición acaba moldeando determinados patrones en tu cerebro. Déjate llevar. No hace falta que descifres la sucesión de Fibonacci ni que descubras entre sus paisajes el desarrollo de una función matemática basada en el número 7. Cierra los ojos y escucha. El pasajero eres tú.