Un manual para ser mejores lectores

FUGAS

09 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La cita atribuida a Somerset Maughan que precede el prólogo y los doce capítulos de Cómo piensan los escritores no puede ser más certera: «Hay tres reglas para escribir una novela. Por desgracia, nadie sabe cuáles son». Si hay una regla que caracteriza la novela, esa es precisamente la ausencia de reglas: en ella cabe todo, sin importar el contenido o la forma que adopta; sin embargo, el resultado, por inclasificable que sea, es, a todas luces, una novela. Y esto mismo explica su vigencia, por muchos agoreros que vaticinen o incluso ratifiquen su muerte, y la radical modernidad de novelas escritas hace varios siglos.

La cita también puede entenderse como una alusión irónica a esos manuales que, con mayor o menor acierto, estructuran los procesos de escritura desde la inspiración y los primeros borradores hasta las prometedoras correcciones de galeradas de un libro a punto de entrar en imprenta. Cómo piensan los escritores -traducción de Laura Ibáñez- sigue un patrón similar, tocando cuestiones como el arranque y la conclusión, el punto de vista y los diálogos, la diferencia entre argumento e historia o el ritmo de la prosa.

Sin embargo, Richard Cohen (Birmingham, 19479 -autor de un muy interesante y ameno tomo sobre esgrima, Blandir la espada- ofrece un caudal de información y de citas, extraídas tanto de clásicos como de títulos contemporáneos -eso sí, con preferencia anglosajona-, que permiten ver cómo un determinado autor ha resuelto una situación de una determinada manera. Algo que, como todo aspirante a escribir sabe, pocas veces vale cuando hay que buscar otra solución original al problema en el que uno se ha metido en la página. Lo cual no resta utilidad al libro de Cohen, todo lo contrario. Es un buen inventario de estrategia literaria, pero, sobre todo, es un homenaje a la lectura atenta, esa que permite disfrutar aún más de una obra. La erudición que despliega el autor, que va desde una historia de cómo evolucionó la percepción del plagio a las reglas del London Detection Club, no cansa. Y a ella le añade valiosas experiencias de su carrera como editor, muchas de ellas confidencias inéditas. Tras leer este libro, quizá no seamos mejores escritores, pero sí, sin duda, mejores lectores.