Le apasionan los personajes que van a contracorriente, por eso eligió a una pintora rebelde, Paula Becker, como protagonista de su última película
02 jun 2017 . Actualizado a las 09:29 h.Paula es la primera mujer en la historia a la que se le dedica un museo. Dejó más de 750 cuadros y un millar de dibujos. Justo 110 años después de su muerte, el director alemán Christian Schwochow le ha hecho un monumento a su rebeldía con esta película.
-¿Ha escogido Paula por ser un personaje rebelde?
-Sin duda. No procedía de una familia rica pero con solo 20 años tenía muy claro que quería ser pintora, a pesar de lo complicado que era por ser mujer. También quería formar una familia y no le importaba nada la opinión de gente.
-Autorrealizarse era su sueño, tema que aborda en otras obras.
-Yo me crie en un barrio de Alemania Oriental donde muchos jóvenes intentaban cambiar el país. En 1989 tenía 11 años, y cuando cayó el muro y pasarnos al Este, tuvimos que partir de cero porque había que aprender a comunicarse y decodificar muchos signos. Hoy estoy agradecido de que forme parte de mi vida, pero en la Alemania unida y libre siento que todavía hay mucha autoridad y restricciones. Por eso siempre me han interesado esos personajes que van contra corriente, igual que mi madre, que me educó para ser independiente.
-¿Es necesario hoy el feminismo en el arte?
-Completamente. No es cierto que las mujeres tengan igualdad. En Alemania, los festivales de cine están dominados por los hombres, a pocas realizadoras les dan grandes presupuestos y solo el 15 % de las películas las dirigen mujeres. Pero hay mucho por hacer también en campos como la música, donde son los hombres los que dirigen las grandes orquestas, el arte, la banca. Hay tantas redes masculinas que a las mujeres les resulta más difícil acceder.
-¿Las directoras alemanas están mostrando una realidad diferente a la de sus colegas hombres?
-Creo que sí. De hecho en los últimos años en Alemania ha habido películas más interesantes hechas por mujeres que por hombres como María Schrader (Stefan Zweig) o Maren Ade (Toni Erdmann) y otras películas que van a salir. Y lo que está claro es que no se sostiene que las mujeres tengan que verse obligadas a ser mejores que los hombres porque ellas también deberían tener derecho a hacer películas malas.
-Paula buscaba pintar de una forma sencilla. ¿Es también su objetivo detrás de la cámara?
-Sí y no. Paula procuraba ser cada vez más minimalista y buscaba la sencillez en sus pinturas, pero a mí también me interesan historias muy complejas. Paula es una historia muy clara de una heroína pero con personajes muy ambivalentes y esta complejidad me interesa porque veo que la vida está llena de sorpresas y suceden cosas que nadie espera. Intento no ser superficial, como hacía ella.
-¿Le dan más juego los personajes femeninos para expresar complejidad?
-Sí, porque históricamente las mujeres siempre han tenido que luchar más, algo que sigo viendo. Conozco a muchas que tienen hijos, trabajan, duermen poco pero nunca se quejan. Y al mismo tiempo las mujeres tienen una conexión más fuerte con sus propias emociones, por eso los personajes femeninos me parecen más interesantes como mi última serie de televisión, donde una banquera joven intenta llegar a la cumbre de las finanzas con las adversidades que esto conlleva.
-¿Ha tenido la impresión de tener que llenar en la pantalla un lienzo en blanco?
-Sí, ha sido un reto. Por eso con el director de fotografía he intentado buscar esa comunicación entre Paula y su arte y el de su época. Pero yo sabía por dónde empezar porque de adolescente pintaba mucho y quería estudiar Bellas Artes. Por tanto me resultó fácil encontrar vínculos entre la pintura antes y después de Paula. Ha sido muy motivador hallar los colores, encuadres y localizaciones porque no queríamos copiar su manera de pintar. Nuestro estilo tenía más que ver con el impresionismo que antecedía a Paula para crear un contraste con el mundo que veía y retrataba.