-Usted ha sufrido por su fama. ¿Cree que la pérdida de privacidad es consecuencia del éxito?
-Me siento increíblemente afortunada por haber conseguido el éxito y no voy a quejarme de la fama. Me fascina lo que hago y mis proyectos cinematográficos me llenan como artista. Todo lo demás, la fama y la invasión de privacidad es un dolor de cabeza. Tengo muchos amigos que no tienen trabajo, que no consiguen nada ni en la televisión, ni en anuncios, ni haciendo interpretaciones de voz, así que quejarme por mi pérdida de anonimato es un poco tonto. Créeme, la fama puede ser una gran pesadilla.
-Usted vive en Manhattan. ¿Nueva York le permite tener una vida más o menos tranquila?
- En Nueva York puedo andar por cualquier sitio y nunca nadie me molesta. La gente en Nueva York, cuando ve a una celebridad, te mira, encoge los hombros y sigue a lo suyo. Vivo una vida relativamente normal; monto en metro, voy al supermercado, camino por la calle. Y si alguna vez me encuentro con un problema cojo un taxi.