El mito que reniega de sí mismo

TEXTO: JAVIER BECERRA

FUGAS

En «Lo niego todo», Joaquín Sabina dice que no es el ángel negro ni el profeta del vicio. Tampoco, un cantante de orquesta o el Dylan español.

03 feb 2017 . Actualizado a las 09:32 h.

Respaldado con un piano, la canción se presenta como un autohomenaje. Con la cortada de una de cal y una de arena, ensalza el propio mito del que supuestamente reniega. Musicalmente, rezuma aromas al Let It Be de The Beatles y se construye con clara vocación de himno. Pretende conmover, instar a sacar el mechero, agitar corazones al llegar a su previsible estribillo y dejar esa sensación de vaciado total de los baladones. En el videoclip se cierra un telón, tornándose todo negro. Lo dicho: sería un magnífico final.

No lo será. Todo lo contrario. Lo niego todo supone un inicio. Se trata del single que la semana pasada adelantó el disco homónimo de Sabina que verá la luz el próximo 10 de marzo. Supondrá el 18º álbum de estudio de su carreta y el primero desde Vinagre y rosas (2009).

En la industria musical se frotan las manos. Seguramente en él descansen algunas de las canciones más esperadas del año. Tendrá su reflejo en las ventas, claro. Pero, sobre todo, la caja registradora no dejará de sonar en la gira anunciada. Muchas de las plazas ya están agotadas. Otras se agotarán en cuanto empiecen a despacharse tiques. En Galicia, por ahora, hay una fecha confirmada: el 22 de julio en A Coruña. El próximo martes 7 de febrero se abre la preventa. En su anterior concierto, en marzo del 2015, se tardó tres días en agotarse todo el aforo del Coliseo (8.500 personas).

Antes llega el disco. En él Sabina lleva al extremo su colaboración con dos viejos amigos. Ya había probado a insertarlos en su proceso creativo. En primer lugar está Leiva, que le había cedido su armónica a la canción Tiramisú de limón en Vinagre y rosas. «Voy a juntarme con un jovenzuelo que me gusta mucho a ver si renovamos un poco al aire», dijo Joaquín Sabina cuando se anunció que iban a trabajar juntos.

El exmiembro de Pereza se ha encargado de producir el disco y darle un traje sonoro que incluye muchas novedades. «Estoy metiendo melotrones y cosas que jamás han sonado en los discos de Joaquín», señalaba el pasado noviembre en Fugas. Por ahora, en Lo niego todo se percibe una clara apuesta por un clasicismo al servicio del cantante.

El otro vértice del triángulo de Lo niego todo se encuentra en Benjamín Prado. El escritor y el músico unieron fuerzas por primera vez a finales de los ochenta. Juntos compusieron Cuando aprieta el frío, incluido en El hombre del traje gris (1988). Ahora se ha encargado de afilar los versos sabineros para que todo encaje. Ocurrió en Lo niego todo, un tema que surgió de un chispazo (el que sintió Sabina cuando leyó que lo llamaban el profeta del vicio) que no se dejó morir. «No paramos de buscar y de encontrar. La sensación que íbamos teniendo era la mejor posible, esa que hace que cada palabra no parezca que la pones tú, si no que es ella la que ocupa el lugar correspondiente», explicaba Prado en la nota promocional de su compañía. También señala en ella que hacía mucho tiempo que no veía a Sabina tan entusiasmado grabando un disco. En mes y pico se sabrá qué resultado ha dado todo.