Precariedad en la TIA

FUGAS

Después de ridiculizar a Bárcenas, a la clase política y hasta a los Juegos de Río, el prolífico Ibáñez vuelve a poner el foco en la realidad actual llevando a Mortadelo y Filemón al multiempleo extremo. Pese a la intención y la sucesión de gags, el resultado final es irregular.

04 nov 2016 . Actualizado a las 10:24 h.

La precariedad laboral ha llegado (si es que no estaba ya) a los Técnicos de Investigación Aeroterráquea, la TIA, la agencia de Mortadelo y Filemón. Y no solo a estos dos tipos; también al Súper, a Ofelia y al resto de individuos, que andan tratando de completar sus sueldos de miseria con el multiempleo más estrambótico. Nada que no les suene a muchos. Ese es el punto de partida de la última aventura del cómic más popular en España, la entrega que hace unas semanas despachó -el verbo es más que correcto teniendo en cuenta la enorme producción de este hombre a sus ¡80 años!- un Francisco Ibáñez a quien la realidad cotidiana le ofrece a diario argumentos de sobra para sus historieta.

Sueldecitos más bien bajitos es una parodia de la precariedad en el empleo en la España (teóricamente) postcrisis. Una sátira y denuncia del mercado laboral al que le sobran las buenas intenciones y le falta mala leche. Esa que se advertía en títulos anteriores de Ibáñez, cuando ridiculizaba los escándalos de Bárcenas y otras corruptelas, la caótica situación política o las chapuzas en los Juegos Olímpicos de Río. Ahora, en esta entrega del genial creador -el calificativo hay que ponerlo siempre porque a Ibáñez nadie le puede discutir esa condición- se cuelan una sucesión de golpes, de gags, en algunos momentos previsibles y a los que les falta mordiente. Porque el tema se presta a ello.

Resulta un álbum en el que hay risa, sí, pero a cuentagotas, a falta de una vuelta de tuerca más en el humor que Ibáñez conoce. Porque ha sabido dar con la tecla miles de veces antes, y porque en este trabajo se esboza en algunas secuencias, como esa delirante en la que los dos agentes se disponen a llevar a un enfermo, en camilla, desde Barcelona hasta A Coruña, convertidos en unos transportistas sin medio alguno.

Ese delirio, también en los diálogos, es el que se echa en falta en otros momentos en un tebeo formalmente impecable, ágil, con esos microdetalles ocultos en cada viñeta. Porque, claro, ¿quién le va a decir a estas alturas a Ibáñez cómo tiene que disponer una página?

CÓMIC • «Sueldecitos más bien bajitos» • Francisco Ibáñez • Ediciones B • Color • 54 páginas • 12,9 euros