Vilagarcía, de Lobeira a Carril

Juan Carlos Martínez EN EL COCHE DE SAN FERNANDO

FUGAS

20 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los que persigan objetivos difíciles tienen una oportunidad este fin de semana en Vilagarcía: son las fiestas de Santa Rita, patrona de los imposibles. Muchos fieles irán al convento de Vista Alegre a pedir una clase política sin mangantes, una constitución fiscal equitativa y otras cosas que si se cumplen será por milagro.

 La fiesta es una buena ocasión para visitar la capital del Salnés, que en otros tiempos fue la postal preferida de Galicia para los ciudadanos de toda la Península. Por eso la eligió Sorolla para el mural gallego que hoy luce en la Hispanic Society de Nueva York.

Las cosas cambiaron mucho desde aquellos tiempos en que las tabernas ponían cestas con croques (berberechos) en lugar de las cuncas con frutos secos de hoy, y siempre había un plato de nécoras en la barra. Vilagarcía creció de forma caótica, como todas las ciudades a las que llegó el progreso de repente, y tapó buena parte de las vistas del mar a las que el pueblo debe su ser. Pero quedan panorámicas excelentes de este fondo de la ría más amplia de Galicia. Vamos a buscarlas a Lobeira, subiendo por Cornazo. Este monte picudo debió de ser la ventana por la que las fieras del Salnés salvaje se asomaban a ver el ajetreo humano de mariñeiros y comerciantes. Aún ahora preside una extensa mancha verde con sus bosques y regatos. Bajando por Fontecarmoa hacia Vista Alegre, podemos visitar el romántico parque botánico de O Castriño. Y, una vez saludada la santa, seguir la orilla del mar, por el paseo marítimo; al final está Carril, donde podemos compensar con unas almejas y un blanco fresco tanto gasto de calorías.