Parecía inmortal. De hecho, así se nos había mostrado en infinidad de ocasiones en las pelis de la Hammer. Pero Christopher Lee resultó ser, contra todo pronóstico, humano. Fallecía la semana pasada con varios récords en su haber en cuanto a participación en películas y demás. Uno de ellos, el que lo trae hasta este rincón de vinilo y ruido, es el haber grabado un disco de heavy metal con casi 90 años. Sucedía en el 2010. Lee, que ya había expresado su gusto por los sonidos más duros que pueden sacársele a una guitarra y que había colaborado con Manowar y Rhapsody of Fire, se decide a montar una gran obra basada en la vida de Carlomagno (ya puestos a hacer algo, hacerlo a lo grande, ¿no?) que, bajo el título de Charlemagne: by the Sword and the Cross, termina consiguiendo el premio Spirit of Metal de Metal Hammer y alcanzando más de 20 millones de visitas en su página promocional de MySpace. Y eso a pesar de contar como compositor con Marco Sabiu, arreglista italiano célebre por unos trabajos muy alejados del metal con Kylie Minogue o Take That.