El Río Breogán tenía la oportunidad de certificar la victoria en Badalona ante un rival directo por la permanencia como Hiopos Lleida, pero el equipo de Veljko Mrsic no encontró su ritmo adecuado de juego en casi ningún momento del partido.
En el primer cuarto el conjunto lucense estuvo acertado desde la línea exterior. Este año ese no es el defecto breoganista, con muchos jugadores que amenazan desde el perímetro. Sin embargo, el juego en ataque estático continúa siendo anárquico y de ahí las numerosas pérdidas inexplicables en este primer tramo de encuentro.
Con la entrada al choque del quinteto suplente, más defensivo, encabezado por Erik Quintela y Jordan Davis, el Breo pudo encontrar ritmo de contraataque tras buenas defensas. Parecía que si los locales subían las líneas de presión, al Lleida le costaba encontrar ventajas, muy focalizadas en las figuras de Bropleh y Hasbrouk. El veterano escolta norteamericano ha demostrado que, si le dejan suelto, hace mucho daño desde el perímetro y se echó de menos una defensa más agresiva sobre él.
El tercer cuarto fue realmente malo por parte de los dos equipos. Demasiado juego exterior breoganista, pésimos porcentajes de acierto y un ritmo lento de partido que le daba muchas opciones a los visitantes. Es evidente que falta una referencia interior que pueda hacer cerrar más las defensas y liberar a los tiradores. Veremos si el club mueve ficha en este apartado.
El Breogán tenía que subir el nivel atrás para poder correr, y así lo hizo de nuevo con la entrada de Quintela y Davis, bien acompañados por Dragan Apic. Se llegaron a tomar ventajas de cinco puntos que parecían decantar la balanza, pero nuevamente llegó una buena fase de acierto del Lleida, especialmente de Oriol Paulí, inédito en el tiro exterior hasta ese momento. A posteriori es muy fácil hablar de la última jugada, la del resbalón de Moore. Personalmente creo que Hilliard tenía una mejor tarde para ejecutar el último lanzamiento, pero eso ya es cuestión de gustos.