Fidelidad celeste

Julio González

FORZA BREO

ALBERTO LOPEZ

20 feb 2023 . Actualizado a las 17:45 h.

Se dice, no sin razón, que el mayor patrimonio del Río Breogán lo constituye su afición, seguido de su historia; ambas tienen un reflejo tangible en la asistencia de los fieles a la cancha.

Históricamente, el equipo lucense creció al amparo de las repletas y animosas gradas del Pabellón Municipal, una instalación pionera en su época que pronto se le quedó pequeña. En 1992, con Velimir Perasovic ayudando a superar el duelo por la retirada de Manel Sánchez, el hoy vetusto Pazo dos Deportes asumió el relevo como lugar de culto celeste. Incluso siendo presidente breoganista Jesús Lence, y Francisco Cacharro de la Diputación de Lugo, se llegó a hablar de una posible ampliación de aforo. Parece que técnicamente se habría previsto tal posibilidad al construirlo. Lo cierto es que, aún en las épocas más oscuras de la LEB Oro con ascensos suspendidos en la práctica, la asistencia de público al Pazo dos deportes de Lugo tan solo era superada por la del Zaragoza, siendo esta ciudad casi siete veces más grande que la nuestra —tiene cerca de 700.000 habitantes—. Esta es la característica más definitoria de la afición breoganista: nunca dejan solo al equipo.

Es fácil no dejarlo solo en la máxima categoría cuando las cosas van bien, y muy difícil hacerlo con todo en contra. Esta fidelidad, esta interiorización de los colores que lleva a desbordar lo que es una simple emoción pasajera y coyuntural hasta un verdadero sentimiento de pertenencia, es lo que nos define como afición.