De Vitoria regresó el Breogán como en todos los viajes, con derrota y pésimas sensaciones, el mismo relato lineal de siempre: buenos momentos, desvarío colectivo y parcial abrumador en contra. Un saco de puntos encajados y como colofón, algún tocado. Además de las clásicas bajas de Norel y Uriz y la no menos trágica contusión ósea de Sulejmanovic, la sorpresa ahora es Gerun, tan sano y tan fuerte contra España y sorprendente baja ante Baskonia. El parte médico del Breogán es un sudoku de difícil solución y luego está el sí, no de los fichajes. Hay dinero, no lo hay. El entrenador, encargado de estos menesteres, acaba de declarar que está a punto de producirse un alta. Voz autorizada la suya, confiemos. Y en medio, una ola de rumores, malditos rumores que tanto daño hacen y que se alimentan del silencio y la falta de información, ¿que no hay dinero y habrá que morir con los que tenemos? Adelante, hágase público, con valentía y a remar.
Envuelto en este ambiente de preocupación, emerge de pronto uno de los grandes acontecimientos de la liga. La visita del Real Madrid justifica por sí sola la razón de tanto deseo por jugar en la Liga Endesa. Y mucho más de este Madrid, campeón de Liga y de Europa, que hace tres días nos dejó boquiabiertos pasando por encima del Barça, ¿qué puede pasar esta tarde? No soy capaz de adivinarlo. Decir que favoritos son los blancos es una obviedad, por eso prefiero hablar de deseos, un montón de ellos: que haya partido, por favor, no nos interesa asistir a una exhibición del Real, estamos en ACB y hay que demostrarlo. Hay que pelearlo y ganarse este derecho cada semana. Jugar bien de una vez 40 minutos, jugar duro 40 minutos, no encajar una vez más un parcial descomunal que nos deje en la cuneta antes de tiempo. La ciudad lo vive, el Pazo estará esplendoroso, ¿va a fallar el equipo?