Oliveira bate su propio récord de longevidad creativa

josé luis losa VENECIA / E. LA VOZ

FIRMAS

IAN LANGSDON

Con 105 años presentó en la Mostra de Venecia su corto «O Velho do Restelo»

03 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Se producía ayer en esta 71.ª Mostra un hecho histórico de cuya magnitud tomaremos referencia transcurrido un tiempo. Se presentaba el más reciente trabajo -ya tiene en producción un largometraje con la brasileña Fernanda Montenegro- de Manoel de Oliveira, el corto O Velho do Restelo, que tuvo aquí su estreno mundial. Con 105 años, bate su propio récord de longevidad creativa de un cineasta, director ya de dos siglos, el XX y el XXI, ya que su primera obra data de 1931. Más allá de la pura y colosal estadística biológica (el que se acercó muy lejanamente fue Alain Resnais, que nos dejó en marzo, a los 91 años, recién presentada su obra testamentaria) abruma la vitalidad que respira cada nuevo pulso a la Parca de Oliveira. O Velho do Restelo es una alegoría donde caben Luis de Camões y Camilo Castelo Branco, Don Quijote y el rey Sebastián, la península Ibérica y su crisis como telón actualísimo.

Tan lúcida y coherente en sus tributos al llamado Nuevo Hollywood de los cineastas americanos de los 70 -el homenaje de este año a Bogdanovich, anteriormente a Friedkin o Cimino- la Mostra entregaba por la tarde su León de Oro a una carrera a Thelma Schoonmaker, la directora de montaje uña y carne de Martin Scorsese. Ha realizado todas sus películas desde Toro Salvaje, en 1980, en una de las más fecundas uniones de director y montadora de la historia del cine. Schoonmaker es, pues, parte del mejor cine norteamericano, ganadora de tres Oscar, por la citada Toro Salvaje, El aviador e Infiltrados. Y prepara ya los dos nuevos filmes de Scorsese, uno de ellos el biopic de Sinatra. Solo hay qué averiguar quién es el peor enemigo de esta leyenda viva, capaz de embarcarla en el montaje de lo último de Isabel Coixet, pendiente de estreno.

En la competición vimos lo nuevo del autor de, entre otras, la saga de la ciberpunk Tetsuo, Shinya Sijamoto. Fires On The Plan relata la resistencia numantina de los últimos soldados japoneses en Filipinas. No encuentro en esta obra de violencia deflagrante ese halo de nihilismo magistral del que otros me hablan. El montaje característico de Sijamoto me aturde; me parece innecesaria y epatante esa explicitud gore de cuerpos empalados, entrañas abiertas, soldados eviscerados. No me marea, me fatiga, me aburre. Provocó algunos entusiasmos y cierta indiferencia general.

El sueco Roy Andersson, con A Pigeon Sat On a Branch, demuestra, de nuevo, ser uno de los genios del absurdo en el cine contemporáneo. Con lo poco que se prodiga hay que celebrar mucho este filme donde los sketches, planificados con minuciosidad, desprenden un humor cáustico, heterodoxo, unas veces tierno, otras feroz. Tardaré en olvidar el cuento del viejo cliente que lleva sesenta años pidiendo su vaso de grappa en el mismo bar de Estocolmo.