La manifestación del HULA, termómetro del malestar social

Enrique Gómez Souto
enrique g. souto LUGO / LA VOZ

FIRMAS

CARLOS CASTRO

29 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Lugo, ya se sabe, es ciudad en la que las apacibles y provincianas tardes de cantón y café ocultan enconos, tensiones y resentimientos sociales. A veces, el suave discurrir de los días se ve alterado, como por una urticaria inesperada, por reacciones sociales provocadas por gobernantes que aciertan a despertar viejos dolores sociales. Después de la manifestación que el jueves recorrió las calles lucenses para reclamar hemodinámica (24 horas), medicina nuclear y radioterapia en el hospital de Lugo, hasta para la Xunta, tan miope, debe de estar claro el riesgo de que la mecha del HULA alcance el explosivo paquete del paro, los recortes sociales y la corrupción. En un contexto urbano de basura no recogida y aún bajo la conmoción del desastre judicial del caso de las multas, en Lugo, los lucenses de a pie viven como un triunfo propio el éxito de la manifestación del jueves. Fue el segundo golpe sobre la mesa de una ciudad que no es lo que parece en las apacibles tardes de cantón y café.

En los libros de historia y en las hemerotecas queda constancia de que Lugo, ciudad que propende al inmovilismo, sabe ser ciudad levantisca cuando alguien presiona sus fibras sensibles. Con el HULA, la Xunta ha puesto el dedo donde duele y ha conseguido que varios miles de personas saliesen a la calle, por segunda vez, para reclamar para su hospital lo que ya tienen otros. Y de paso ha quedado claro que hay lucenses que saben dar cauce al descontento social. Vicente Quiroga, Jesús Vázquez, José Manuel Carballo, Miguel Ángel Real y otros muchos trenzaron los mimbres de una reclamación que no puede ser ignorada; según cómo y cuándo sea atendida será definitiva para el futuro del PP en la capital lucense. José Manuel Barreiro, tan ocupado estos días, y Jaime Castiñeira no acaban de encontrar su lugar en este asunto. Un veterano de la política lucense, uno de los suyos, les ha dado una lección que no dejará de escocerles durante algún tiempo. Antonio Muíña, alcalde de Friol, dejó claro una vez más que se puede militar en un partido y seguir manteniendo criterios propios. Muíña está seguro de su fuerza electoral; otros, no tanto. Por eso, también en lo del HULA hace lo que cree que debe hacer.

En Lugo, sí, se comprueba día a día que el liderazgo político es un bien tan escaso como necesario, pese a la abundancia de subsidiados institucionales. Cacharro cerró el capítulo de los líderes fuertes, incontestables. Orozco marcó un nuevo estilo; el suyo fue el triunfo de la cercanía, con el discurso propio del hombre de letras, accesible y amable, del «fixémolo entre todos»; su estrella declina y en el PSOE buscan sustituto.

En el PP, Castiñeira no acaba de vestirse de alcalde. No encuentra el traje a su medida. A veces parece que está a punto de conseguirlo, pero se queda en el amago. Ocurrió con el acuerdo con los socialistas para facilitar la inversión de más de ocho millones de euros. El PP hizo lo que tenía que hacer pero no supo escenificar la importancia del acuerdo. Ocurrió también con el aviso que lanzó a quienes reclaman la municipalización del servicio de limpieza con la evidente intención de acabar en la plantilla del Concello. «Se alguén pensa ser funcionario coa municipalización, co noso vote que non conte». Para ser funcionario -recordó el aspirante a la alcaldía- hay que pasar un proceso selectivo, no valen las puertas de atrás. Por una vez, Castiñeira en clave de alcalde al menos durante unos segundos. Le falta lo que aún le sobra a Orozco; esa disposición a inaugurar cada día la ciudad, esa voluntad de no parecerse a nadie, a ratos ni siquiera a sí mismo. A Castiñeira quizá le sobran lecturas de informes de FAES y le faltan horas dedicadas a los discursos del alcalde Tierno, el viejo profesor al que aún llora Madrid. Lectura, la de las obras de Tierno, que tampoco le vendrían nada mal al presidente de la Diputación y secretario general del PSdeG, José Ramón Gómez Besteiro, si, como se apunta en algunos ámbitos, pretende ser el aspirante socialista a la alcaldía de Lugo. Por cierto, en la Diputación, la popular Elena Candia va, paso a paso, abriéndose camino en la difícil política provincial. Tenaz y prudente, la mindoniense Candia no tardará en ganar protagonismo en el PP. Es de las que parece haber entendido qué turbias corren las aguas sociales por los subterráneos de la ciudad en las apacibles tardes de cantón y café.

pulso lucense

La prolongada huelga en la recogida de basura provoca un creciente malestar en los contribuyentes lucenses