La mano derecha se reencuentra con sus inicios

míriam v. f. vigo / la voz

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El segundo entrenador del Celta, junto con Luis Enrique, en un entrenamiento del equipo.
El segundo entrenador del Celta, junto con Luis Enrique, en un entrenamiento del equipo. óscar vázquez< / span>

02 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Si se confirma la marcha de Luis Enrique al Barcelona, su actual segundo en el Celta, Juan Carlos Unzué, podría volver a un club que conoce a la perfección, pues fue entrenador de porteros del equipo culé en dos etapas (2003-2010 y 2011-2012). Antes, mañana, tiene otro reencuentro asegurado: visita con el Celta el club de su ciudad, y el mismo donde inició su carrera como futbolista profesional y le puso punto final. Formado también en las categorías inferiores de Osasuna, militó en club pamplonés entre 1986 y 1988 y entre 2001 y 2003.

Miguel Ángel Sola compartió sus primeros años allí. «Era un niño, pero venía empujando desde abajo. En la plantilla había buenos porteros y, aun así, con perseverancia, se lo trabajó para llegar al primer equipo». Lo que más destacaba de él en aquellos inicios era «las ganas que le ponía. Daba gusto entrenar con él, le encantaba», recalca Sola. Una idea en la que coincide Pedro Arozarena, que compartió vestuario con Unzué desde juveniles. «Era muy trabajador, concienzudo y con una gran calidad humana», dice.

Arozarena tiene un recuerdo común especial con Unzué: el subcampeonato mundial sub-20 que cosecharon en 1985 con la selección. «Aquella final de Moscú fue muy emocionante. Llegamos contra todo pronóstico, porque nadie daba un duro por nosotros», comenta. La perdieron contra Brasil, 1-0 en la prórroga. «Osasuna era probablemente el equipo que más jugadores aportaba con Unzué, Goikoetxea y yo».

De Osasuna, el actual segundo entrenador del Celta se fue al Sevilla y pasó luego por Tenerife y Oviedo para regresar al equipo navarro de la mano de Miguel Ángel Lotina. «Lo fichamos por recomendación de Ángel Martín. La directiva no estaba de acuerdo, pero yo aposté por él y nos vino muy bien, nos dio la experiencia de años que tenía», rememora el técnico. Añade que Unzué «no era muy alto, no daba el perfil del típico vasco grande, pero era ágil bajo palos y muy poderoso en los espacios cortos».

En lo personal, Lotina lo define como alguien «muy perfeccionista y trabajador, lo mismo que ahora, con la diferencia de que con los años ha seguido madurando, aprendiendo y mejorando». Su exentrenador y ahora homólogo le veía ya entonces futuro en los banquillos. «Era una persona muy inquieta, le encantaba hablar de fútbol y lo sabía leer muy bien».

Todos señalan que el partido de mañana no será uno más para él, pues regresa a su casa. «Pero los entrenadores aprendemos a dominar nuestros sentimientos y no tendrá mucha más historia», zanja Lotina.