El hundimiento del «Rytterholm»

Xosé Alfeirán

FIRMAS

PACO RODRÍGUEZ

El carguero naufragó en 1976 y está frente a la playa de San Amaro

13 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Song Ting Jing. Ese era su apellido (en chino va primero) y su nombre. Fue el cocinero de Singapur que decidió morir con su barco: el Rytterholm. En la madrugada del 12 de octubre de 1976 un fuerte temporal zarandeaba al carguero noruego. Navegaba desde Porsgrunn, en Noruega, a Bangkok, en Tailandia, con una carga de sacos de fertilizantes químicos para cultivos. A la una de la mañana, el Rytterholm lanzó un mensaje de auxilio. Los embates de las olas le habían causado un desplazamiento de la carga, escorándose 20 grados a estribor. Ante el riesgo de zozobrar, solicitó permiso a las autoridades portuarias coruñesas para refugiarse en el puerto; pero se lo denegaron por estimar que las condiciones del mar y la falta de visibilidad hacían que la maniobra fuese muy peligrosa.

El mercante, construido en 1951 y con una tripulación formada por siete noruegos, veintisiete chinos y un malayo, se mantuvo a la espera del amanecer en la bocana de la bahía, a la altura de la punta de Adormideras. A las siete y media de mañana la situación se agravó ya que un nuevo golpe de mar acentúo su escora a 40 grados. A sus llamadas de auxilio acudieron primero el pesquero Sabugo de Mera y el arrastrero coruñés Touro. Una hora más tarde llegaron la embarcación de los prácticos del puerto y la lancha de salvamento de la Cruz Roja del Mar, la Blanca Quiroga con su zódiac auxiliar. Más tarde llegarían los remolcadores.

El barco estaba tan escorado que el agua entraba ya por la cubierta, pero su tripulación no se decidía a abandonarlo por temor al fuerte oleaje. Sobre las nueve y cuarto de la mañana el Rytterholm empezó a girar, ladeándose completamente. A las nueve y media quedó un momento con su quilla al sol, para después desaparecer engullido por el mar. Antes de que eso ocurriera, el Sabugo, la Blanca Quiroga y la lancha de los prácticos, con grave peligro, rescataron del agua a casi todos los tripulantes, siendo el último el capitán noruego. Sin embargo, el segundo cocinero, de unos 60 años y corpulento, a pesar de los ruegos de sus compañeros, no quiso abandonar el barco. Se hundió con él. No sabemos por qué. Misterios de la mar y de sus hombres. El 8 de noviembre se encontraría su cadáver cerca del cabo Prior.

El pecio del Rytterholm se encuentra sumergido a escasa distancia de la playa de San Amaro. Descansa a unos 32 metros de profundidad, tiene el casco partido y le faltan piezas arrebatadas por las empresas de desguace de buques. A pesar de ello y del deterioro provocado por el paso del tiempo se fue convirtiendo paulatinamente en lugar de visita de numerosos buceadores, atraídos por su fácil acceso y por poder ver gran parte de su estructura. En homenaje al tripulante fallecido, el pecio es conocido hoy con el nombre de El Chino.

Al cumplirse 35 años de su hundimiento, el 12 de octubre de 2011, el club de actividades subacuáticas Nauga decidió organizar una inmersión colectiva conmemorativa; participarían una cincuentena de buzos. Desde entonces la tradición continúa y debería ser de interés turístico.