Toda una vida con la raqueta

nino soto PONTEVEDRA / LA VOZ

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La pontevedresa Irene Riveiro, de 14 años, pretende dar el salto y competir a nivel absoluto

16 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Acaba de salir de clase y ya piensa en el entrenamiento de la tarde. Es miércoles, y toca la sesión de preparación de tenis con los chicos. «Me gusta más entrenar con ellos porque le pegan más fuerte a la pelota», precisa Irene Riveiro Costas, de 14 años.

La adolescente, que cursa tercero de ESO en el instituto Frei Sarmiento de la ciudad de Pontevedra, convive con raquetas de tenis, reveses, voleas y saques desde la cuna. Su padre, Roberto, practica con regularidad esta disciplina, y su hermano, Alberto, que es dos años mayor que ella, también busca un hueco en un escenario deportivo dominado por el top cinco compuesto por Novak Djokovic, Roger Federer, Andy Murray, Rafa Nadal y David Ferrer.

«A los tres años jugaba con su hermano», relata la madre de Irene, Marisa Costas.

«Veía la raqueta por casa y la cogía para jugar con mi hermano o con mi padre en el patio de casa», apunta Irene, que este mismo año quedó subcampeona de Galicia por equipos y subió a lo más alto de un torneo Babolat celebrado en Santiago.

Al igual que muchas niñas, Irene flirteó con la gimnasia rítmica y con la artística, aunque también pasó por el piragüismo y el balonmano antes de apostar definitivamente por el tenis.

Le costó dejar el balonmano después de tres años marcando goles. Era imposible compaginar los estudios, el tenis y el balonmano. Había que discriminar a uno de los elementos centrales de su vida. Con su decisión, el equipo infantil femenino del Teucro se quedaba sin una de sus jugadoras.

También le atraía la piragua. Sin embargo, el abandono de la canoa fue una decisión unilateral de sus padres. «No nos gustaba la idea de que estuviera en el agua en los meses de invierno», reconoce su progenitora.

Campeonatos

«Era la única niña y la más pequeña. Me dio pena dejar el piragüismo pero necesitaba el tiempo para entrenar al tenis», subraya Irene Riveiro, que en los meses de verano entrena a los más pequeños del Casino Mercantil del Pontevedra, su club de pertenencia y su lugar de entrenamiento.

Y es el tenis el deporte que la ocupa y la preocupa. Reconoce que los inviernos son más duros. Lo que le gusta a Irene es competir, y en verano, hay un amplio abanico de campeonatos. «Me gusta más competir que entrenar», añade.

Irene completa cuatro sesiones de preparación a la semana. Lo hace de lunes a viernes, exceptuando los martes. «Tengo clases por la tarde ese día», explica. «En total entreno unas seis horas y media a la semana».

El entrenamiento comienza con unos minutos de calentamiento. Más tarde se produce el momento de los ejercicios específicos del entrenador (saques, partidos, voleas, preparación técnica...). Todavía tiene mucho camino por delante, pero Irene Riveiro aspira a poder vivir del deporte de la raqueta y la pelota. «Me gustaría convertirme en tenista profesional», contesta rotundamente, como si estuviera golpeando una pelota a bote pronto.

Nervios

La gran primera prueba de fuego será su presencia en el Masters gallego absoluto, que se disputará en Cangas. Será su primera participación en una cita de nivel sénior. Con anterioridad, ya lo hizo en masters de infantil y cadete. Es posible que Irene realice voleas muy pronto en citas de carácter nacional.

Para ello, debe superar un enemigo invisible: los nervios. De momento, le están jugando muy malas pasadas. «Le falla la preparación psicológica», admite su madre. «Cuando supera los nervios juega muy, muy bien», añade.

Jesús Álvarez, uno de sus tres entrenadores, incide en lo mismo, aunque matiza que debe trabajar algunos aspectos de su juego, como su movilidad. También pretende facilitarle los mecanismos para que la joven tenista disponga de una mayor regularidad en sus partidos.

Hay tiempo para corregir las deficiencias. Irene se compromete a trabajar todo lo posible para mejorar. «El tenis es sacrificado», apunta. La lerezana precisa que, debido a los entrenamientos semanales, emplea los fines de semana para ponerse al día en las tareas académicas.

Le encantaría asistir como público al Mutua Madrid Open, y observar a su ídolo, Rafa Nadal, en Wimbledon. «Es muy bueno, y no se pone nervioso como yo», bromea. «Jugar allí algún día ya sería un sueño», matiza.

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