«El puente de los Tirantes parece como una puerta de entrada a la ciudad»

maria conde PONTEVEDRA / LA VOZ

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VICTORIA AMOEDO

Fausto Núñez dirigió el proyecto y la obra del viaducto entre 1993 y 1995

24 jul 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

«Para bien o para mal», como dice, Fausto Núñez ha estado detrás de proyectos tan vitales para la provincia como la vía de O Salnés, el corredor de O Morrazo, o la vía entre Tui y A Guarda. Núñez, ingeniero jefe del Servicio de Pontevedra de la Axencia Galega de Infraestructuras, fue director del proyecto y quien supervisó palmo a palmo la construcción del que hasta hace unos días era el puente más moderno de la ciudad, el de los Tirantes.

Las obras comenzaron en 1993 y se prolongaron 25 meses. Núñez Vilar rememora aquella complicada intervención delante de una de las portadas que La Voz ha escogido para celebrar sus 130 años de historia, y que hace referencia el 13 de mayo de 1995 a la prueba de carga del puente, un mes antes de su apertura. «En esa prueba -comenta- se colocan camiones con una carga determinada y con varias disposiciones previamente establecidas. Se comprueban las deformaciones que tiene y estas deben coincidir con las calculadas teóricamente».

En los inicios lo más difícil fue la cimentación de la torre de la que se despliegan los tirantes. «Para la construcción del encepado -señala-, el macizo que va encima de los pilotes, hubo que hacer un recinto de tablestacas por debajo de la cota del río y tuvimos algún problema de sifonamiento, que es que el agua sube y hubo que impermeabilizar el fondo de la excavación». A ello hay que añadir alguno de esos problemas, «que como suele ocurrir en las obras, suceden los viernes a las 7 de la tarde».

Una de las polémicas que desde siempre ha acompañado a esta infraestructura es que era un puente muy bajo, que complicaba bastante las cosas por ejemplo a los piragüistas. Pero Núñez aclara que «en pleamar, la altura libre de la lámina de agua respecto a la cara inferior del puente de los Tirantes es la misma o mayor que la del puente del Burgo, o sea que....».

Razones de tráfico motivaron su creación, pero su diseño también le ha convertido en un icono de Pontevedra. «Fíjate que viéndolo de frente parece como una puerta de entrada a la ciudad, y ahora se identifica mucho con ella». Al concurso de ideas convocado por la consellería que dirigía Xosé Cuiña se presentaron cuatro o cinco propuestas, y la más «razonable» para sus 126 metros de distancia, fue la de la forma atirantada que propuso la oficina de Carlos Fernández Casado, con Leonardo Fernández y Javier Manterola. La adjudicataria fue una UTE formada por Ferrovial y la firma de José Castro Matelo y Núñez cuenta que este último, «pionero de los puentes en Galicia» hizo el diseño del croquis del carro de avance del viaducto -desde el que se va construyendo por tramos el puente- «dibujándolo en una servilleta». «Él se murió, pero se desarrolló esa idea», añade.

Cruzar este puente no le produce sensación especial, dice: «es como operar, se acostumbra uno». Aunque tiene múltiples recuerdos de esta obra por la que se pagaron 671 millones de las antiguas pesetas, empezando por las subidas a los 56 metros de altura de la torre; «arriba, cuando sopla el viento, pega bien...». «Cuando se llegó a la margen derecha el puente estaba 80 centímetros por encima, y la gente decía que nos habíamos equivocado, pero era a propósito, porque luego con unos gatos se fue colocando en su sitio». En 1998, el puente recibió una mención especial en los premios de la Federación Internacional de Pretensado.

fausto núñez ingeniero