Cuatro años que cambiaron el PP

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo bareño MADRID / LA VOZ

FIRMAS

Del convulso congreso del 2008 en Valencia a la balsa de aceite en Sevilla

17 feb 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

De las aguas turbulentas a la balsa de aceite. Ese es el cambio de paisaje que se ha operado en el PP desde el convulso congreso que celebró en Valencia en el 2008, en el que poco después de una dolorosa derrota en las generales Rajoy tuvo que luchar a brazo partido para derrotar a sus críticos, y el que celebra a partir de hoy, tras la mayor victoria de los populares en democracia, con un líder indiscutido y con la mayor acumulación de poder territorial que ha tenido ningún partido en España.

Para dar la vuelta a la situación, Rajoy no solo ha tenido que sobreponerse a un sector del partido, o más bien a una conjunción de intereses de dirigentes descontentos que quisieron descabalgarlo en el 2008, sino que ha acometido una renovación total en los cuadros de la dirección y en el propio discurso. En aquel congreso de Valencia fue la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, la que encabezó la rebelión. Aunque nunca llegó a presentar su candidatura, sopesó la posibilidad hasta comprobar que no había suficiente agua en la piscina.

Aguirre acusaba a Rajoy de acercarse a la socialdemocracia y abandonar el liberalismo. La respuesta de Rajoy fue quizá la más dura que ha dado a nadie desde que lidera el partido. «Quien quiera irse al partido liberal, que se vaya», dijo el presidente del PP en un mitin en Elche a pocos días del congreso, para dejar claro que no aceptaba ningún desafío. Pero Aguirre no era la única. El exministro de Ciencia y Tecnología Juan Costa midió sus fuerzas apostando por un cambio en un partido que, según él, había perdido la «ilusión». Al grupo contestatario se unieron otros que habían estado muy cerca de Rajoy, como Carlos Aragonés, Gustavo de Arístegui o Gabriel Elorriaga. De todos ellos, hoy solo queda con poder, y muy limitado a su territorio, la presidenta madrileña.

Renovación con heridas

Para lograr la victoria en aquel congreso, Rajoy se apoyó en dirigentes como Alberto Ruiz-Gallardón o Alberto Núñez Feijoo. Pero fue también decisivo el respaldo del hoy defenestrado Francisco Camps. Y si el cónclave que empieza hoy será un paseo militar, Rajoy tuvo que soportar en Valencia desaires como el de que Aznar lo saludara fríamente en público o dijera en su discurso que solo apoyaba a Rajoy «por responsabilidad». La otra herida profunda que dejó aquel cónclave del 2008 fue la ruptura de Rajoy con la entonces líder de los populares vascos, María San Gil. Su sustitución por Antonio Basagoiti fue uno de los símbolos del cambio operado. Los otros fueron el relevo del aznarista Ángel Acebes por María Dolores de Cospedal en la secretaría general y el cambio de discurso en Cataluña, con Alicia Sánchez Camacho.