Lucía Otero guarda un recuerdo terrible de su paso por el centro de menores de Vigo, en el que, dice, le hacían cuidar de los niños más pequeños. La directora, según asegura, tenía una excelente relación con su padre
-¿Por qué guarda tan mal recuerdo de Vigo?
-Porque me trataban mal. Yo pedí el traslado un motón de veces y no me hicieron caso. Cuando cumplí los 18 y conseguí acceder a mi expediente, vi cosas alucinantes, como informes en los que se decía que yo no tenía posibilidades de salir de aquella casa por la incapacidad de mi madre. También me enteré de que mi caso sirvió para la tesis doctoral de la directora, que no tuvo empacho en usar mi expediente; eso sí, me cambió el nombre y se refería a mí como Diana. Es más, tuve un accidente de tráfico y sin más ni más renunciaron a la indemnización.
-¿Podría explicármelo?
-Sí. El 18 de abril del 2008 volvía para casa de clases de francés y me atropelló un chico que acababa de sacar el carné de conducir. Me lanzó por el aire. Me recogió una ambulancia y me llevaron al Meixoeiro. Un mes más tarde me llamaron del juzgado para tomarme declaración. La directora firmó la renuncia a la indemnización pese a que yo dije que me dolía una pierna y el hombro porque tenía un hueso desplazado. Lo del hombro se puede comprobar.
-¿Qué cambió en Ferrol?
-Cambió todo radicalmente. Empezaron a tratarme de otra forma, y cuando empezaron a conocerme, me decían ?Lucía este no es un sitio para ti?.