La Ilustración

manuel couce DESDE LA ALAMEDA

FERROL CIUDAD

05 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Por lo general todas las ciudades tienen una o mas señales de identidad propia, en muchos casos provienen de sus raíces históricas y en el conjunto urbano. En Ferrol el Departamento Marítimo por sus fortificaciones militares y el barrio de la Magdalena, por su racionalidad en el urbanismo, ambas de tiempos del rey Fernando VI y que posteriormente la ciudad fue incluida en el Siglo de las Luces, al considerarla un bien de interés cultural por su patrimonio histórico.

Siendo concejal de Cultura de este Ayuntamiento, Bonifacio Borreiros, con otras personalidades del ámbito local, se interesaron para que fuesen declaradas Patrimonio de la Humanidad, se dirigieron a la Academia de Bellas Artes de Galicia, y a la Xunta de Galicia, para conseguir ese reconocimiento mundial de la Unesco, que se resiste a dar el visto bueno, a pesar de las numerosas aportaciones presentadas. Ese empeño, rodeado de un trabajo importante, no fue suficiente ante las condiciones demasiado duras que exigen, y según mi información, son más las cosas que se comparten que las que nos alejan por conseguir ese preciado reconocimiento, pero el principal escollo está en que se debe depurar razonablemente el murallón y dar acceso al público al interior de esas instalaciones, el fin de esta gran aspiración no ha llegado y se debe seguir manteniendo esperanza y la disposición para superar ese recorrido estructural del centro de la urbe.

Y merece la pena seguir con esa brillante idea de apertura al mundo de nuestra ciudad, para que Ferrol no pierda simpatías y muestre ese gustazo de ver lo que han hecho nuestros antepasados y darles el prestigio que se merecen sus paisajes y su gente, y para ello la máquina administrativa tiene un papel que seguir jugando al servicio del mundialismo de esta ciudad, que ya es reconocido en otros menesteres, ya saben a cuales me refiero. Por ello y sin complejos ridículos, debe ser tratado este asunto con la misma fuerza que otras ciudades tratan los suyos, urge cerrar con el Ministerio de Defensa un acuerdo razonable, para de una vez por todas abrir la ciudad al mar y para que los responsables de tan discutida decisión, esta vez no tengan la oportunidad de decir, no. Los primeros pasos están dados y solo cabe exigir a los responsables de darle continuidad, que engrasen los mecanismos de entendimiento y la parte mas brillante de esta ciudad sea acogida como Patrimonio de la Humanidad