Cuando el grupo Yildirim define su expansión portuaria a través de Yilport como una política «agresiva» no se queda corto. Para nada. La operación de adquisición de las radas de Mota Engil y, ahora, el puñetazo económico en la mesa para hacerse con el puerto ecuatoriano de Puerto Bolívar suman, en conjunto, cerca de 900 millones de euros.
A expensas de que los turcos pongan sobre la mesa, en concreto, su planes para Ferrol, las expectativas para la terminal de FCT mejoran. Al menos sobre el papel. ¿Los motivos? Varios. Uno de ellos es que Ferrol Container Terminal entra en una malla de terminales de las que es propietaria Yilport y que tienen capacidad para consolidar sinergias. Todavía más si empieza a hacerse con puertos del otro lado del Atlántico que exportan hacia Europa, ya que lo lógico es pensar es que usarán los complejos de la fachada sur del atlántico europeo para introducir en el continente las mercancías contenerizadas.
Por otro lado, la inversión del grupo Yildirim es muy potente, por lo que todo apunta a que la intención es sacar el máximo partido a sus nuevos complejos. De hecho, los responsables de la compañía llevan a gala el haber mejorado las condiciones económicas de las zonas en las que, hasta el momento, han inyectado recursos.
Se trata, en definitiva, de una buena oportunidad para activar, de una vez, el mercado de los contenedores en Ferrol. Se verá si cuaja o o no.