El chaval del bar

FENE

12 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El chaval que abrió el bar es de esos que pintan poco más de veinte y rondan treinta. Igual que su mujer. Me dijo un día que andaban agobiados. El negocio no tiraba. Para cubrir gastos, punto. Y lo de ser padres primerizos ilusiona mucho pero responsabiliza más. Que le daba vértigo el futuro, vamos. Optimista y tipo a carta cabal pensaba que malo será. Pero pasaban meses y la cosa no asentaba. Le perdí la pista una temporada larga. Cuando volvimos a vernos estaba el hombre risueño y pinturero. Tratando de tomarse un café en una barra mientras mecía el carrito. Tras los ¿Cómo va todo? de rigor el hombre embaló. Con una sonrisa a reventar invitó a lo que nos desayunamos. No hubo protesta que valiese. Lleva ya unos meses en una auxiliar en las jackets de Fene y el panorama por casa había mejorado. ¿El bar? Chapado. Si hay tarea que garantice el jornal, a por ella. Una faena rutinaria la suya, me dijo, nada que ver con la que se hace en los barcos. Pero oye. Es lo que hay. Bienvenido sea. Y que dure. Le pregunté por el debate que se ha montado en Ferrol sobre la eólica marina. Me respondió que ni le iba ni le venía. «Ahora tengo trabajo, antes iba a la aventura. Sin más». Nos deseamos todas las suertes del mundo y arrancó para casa con el peque en el carrito a hacer la comida para la compañera, que ahora lidia con un ciclo formativo. Y yo quedé rumiando cómo puede cambiar la vida una jacket. Y lo fácil que es parlar desde un sillón pagado, también, con el sueldo del chaval del bar.