Tanto silencio

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro CAFÉ SOLO

FERROL

04 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Pues sí que es curioso, sí, cómo lo que hasta hace apenas unas semanas era normal y cotidiano para todos nosotros, hoy nos parece, en cambio, algo extraordinariamente lejano. Permítanme citar como ejemplo esta pequeña columna, que para mí es, sobre todo, especialmente por la parte del corazón, la carta que les envío a todos ustedes, con mi afecto, cada semana. Un artículo que yo he escrito, año tras año, siempre con la misma pluma estilográfica, y siempre en la misma clase de cuaderno, sobre una mesa de mármol, con un café junto a mí -de un tiempo a esta parte, ya descafeinado-, por lo general al comenzar la mañana. Mientras escribía contemplaba el fluir de la vida al otro lado del cristal, allí donde Ferrol, una ciudad diseñada por los ingenieros de la Ilustración en el tiempo de los grandes navíos de vela, se parece tanto a una tableta de chocolate. Siempre había algún amigo que se acercaba, y hablábamos un rato de grandes poetas olvidados, de atletas a los que la derrota convirtió en leyendas, de lejanas infancias que fermentan en la memoria y de cómo el viento, a veces, puede hacer posible el milagro de que suenen campanas que jamás existieron. Pero hoy no es desde allí desde donde les escribo a ustedes. Los libros son quienes me acompañan. Y no tengo café, qué vamos a hacerle. Al otro lado de la ventana no hay nadie, excepción hecha de tres patos de colores que nadan en el cubo de un viejo molino, ahora convertido en estanque. El silencio, que casi puede tocarse, lo envuelve todo. Y yo -disculpen que de nuevo me emocione un poco- solo pido que ustedes estén bien, que estén bien todos los suyos, y que volvamos, cuanto antes, a encontrarnos.