Acompañarlos

Nona Inés Vilariño MI BITÁCORA

FERROL

25 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

No sé si el verbo acompañar engloba realmente todo lo que quiero trasmitir en esta columna, que escribo desde un sentimiento muy complejo, porque en él se mezclan el amor, la compasión, la tristeza y un cierto sentido de culpa por no haber dedicado más tiempo de mi vida a quienes, por diversas circunstancias, han tenido que recorrer algunos tramos dolorosos de su camino sin compañía… Hace unos días asistí a una conferencia del Doctor Mendaña sobre la eutanasia. Siempre me conmueve escucharlo, porque habla con conocimiento y con corazón… No quiero contarles su lección que fue un recorrido por la historia y una visión de la realidad de un problema que necesita ser abordado con empatía, desde el rigor y no desde la militancia partidista. Y así lo hizo. Pero mi intención no es hablar de la necesidad de garantizar una muerte digna, que pido y exijo. Solo pretendo trasmitirles que me reconfortó escuchar a los doctores Mendaña y Garrido -que aceptó intervenir en el coloquio-. Porque reivindicaron, también, una necesidad incuestionable de los ancianos, de los que sufren: compañía. Sé que no siempre es posible la presencia física. Pero acompañar es algo más. Significa acogerlos en nuestras vidas como valiosos referentes y protegerlos, para que no desarrollen un sentimiento de culpa al considerarse un problema para la familia. No es fácil. Pero hay que encontrar momentos de ternura y un lenguaje que acaricie el dolor y la soledad con la fuerza del cariño, que debe inculcarse desde la niñez. Y la primera regla: arrancar del lenguaje la palabra viejo como sinónimo de persona no válida para…