El Black Friday animó este viernes las ventas en buena parte del comercio ferrolano, mientras en Odeón finalmente solo dos tiendas abrieron en la jornada de promociones
24 nov 2018 . Actualizado a las 11:51 h.«¿Pero cómo? ¿Es que hoy no abren las tiendas en Odeón? Pues menuda faena, porque me he venido ex profeso desde Perbes para aprovechar el Black Friday». El centro comercial Odeón de Narón amaneció ayer tal y como se había anunciado -con la mayoría de los establecimientos cerrados, por coincidir la jornada con el festivo local del 23 de noviembre, Día de Narón-, pero Sonia, una vecina de Miño, no se enteró y allí se plantó a primera hora de la mañana. No fue la única. «Ha venido mucha gente despistada pensando que abría todo», confirmaba detrás del mostrador uno de los dependientes de La Prémiere, el único establecimiento que ayer no cerró sus puertas y ofreció descuentos del Black Friday junto a la peluquería Pilar Monteagudo en el gigante comercial de A Gándara.
Ante esta circunstancia, con Odeón funcionando menos que a medio gas, muchos naroneses optaron por poner rumbo a las grandes superficies comerciales de A Coruña, pero también hubo quien decidió aprovechar la jornada de descuentos en las tiendas de Ferrol. Este fue el caso de Magdalena Chas, una naronesa que a media mañana ya se paseaba cargada de bolsas por la calle Dolores junto a su hija y su marido. «Estuvimos en Supercor y compramos una camiseta, una sudadera, un plumas y un paraguas y todo con el 20 % de descuento», comentaba tras visitar la tienda de Mango, que se llenó hasta la bandera gracias a la promoción del -30 % que ofrece la firma textil catalana durante todo este fin de semana.
Precisamente establecimientos de este tipo, pertenecientes a grandes firmas comerciales, fueron los que ayer ofrecieron las imágenes de mayor bullicio en el Black Friday. En Supercor, por ejemplo, ya había colas para pagar en las cajas a las once de la mañana, gracias a unas promociones mucho más jugosas que las del año pasado: un 20 % de descuento en moda y calzado y, además, un vale de regalo del 25 % del importe de esa compra para gastar en otros productos tanto hoy como mañana. «Estamos vendiendo muy bien y esperamos que esto vaya incluso mejor el fin de semana, cuando el cliente ya se podrá aprovechar de esas dos promociones a la vez», comentaba una dependienta de la sección de calzado.
También con mucha alegría sonó la caja registradora en la tienda de Benetton (con descuentos del 30 % en todas las colecciones), al igual que en el Pull &Bear de la calle Real, donde a sus ya jugosos precios de outlet se sumó una promoción del -20 %. Allí estaba a media mañana Almudena, aprovechando el viernes negro para hacer las compras adelantadas de Nochebuena y Reyes: «Es que en Navidad tenemos que hacer muchos regalos, porque somos siete hermanos, más sobrinos y demás familia, así que cualquier descuento vale la pena, aunque te ahorres solo dos euros en cada prenda».
Sin embargo, no todo fueron caras de satisfacción en la jornada del Black Friday. A media mañana, en Adolfo Domínguez, la encargada se quejaba del mal tiempo. «Ayer (por el jueves) nos fue muy bien, pero esta mañana ya ves lo vacía que está la tienda. Esperamos que deje de llover y la gente se anime a venir esta tarde y el fin de semana», comentaba, al tiempo que recordaba que la firma ourensana ofrece descuentos del 30 % en todas las prendas hasta el domingo.
En el pequeño comercio tampoco reina la satisfacción, aunque Cristóbal García Nores, presidente del Centro Comercial Aberto A Magdalena, asegura que el viernes negro «está funcionando bien» en el centro. «Es verdad que las ventas aumentan mucho este día, pero aún así no creo que nos compense, porque en las últimas semanas se ha contenido mucho el consumo. Este liberalismo tan salvaje no beneficia al pequeño comercio».
A contracorriente: «Esto me parece una falta de respeto al cliente de siempre»
Aunque la mayoría del pequeño comercio ferrolano se ha sumado al Black Friday arrastrado por lo que dictan las grandes cadenas, hay tiendas que resisten. Es el caso de la zapatería Faíña de la calle de la Iglesia, que cuenta una cientela fiel, construida día a día a lo largo de sus más de cien años de historia. «No me convence para nada esta americanada importada de Estados Unidos, y además, me parece una falta de respeto hacia los clientes de siempre. ¿Como le voy a vender hoy unas zapatillas rebajadas a alguien que jamás ha estado en esta tienda y mañana ofrecérselas más caras a una clienta de toda la vida? », reflexiona en voz alta su responsable, Guillermo Dopico.